—¡No puedo creerlo! ¡Ya estoy aquí! —la joven entrenadora Kitahara Aoi se encontraba a las puertas del Gimnasio Bicho, en el pueblo de Allium Town. Había pasado por varios gimnasios hasta ahora y no se había atrevido a retar a ningún líder todavía, ya que acababa de empezar su aventura. Pero ya había visitado diversos lugares, capturado compañeros pokemon y evolucionado algunos mediante combates... ya estaba preparada para este desafío —¡Voy a entrar! —se dijo en voz alta para luego acercarse a la puerta del gimnasio...

...y salir de ahí en cuanto esta se abrió.

—Quizá no estoy preparada —murmuró llena de nervios, disimulando después porque pasó una madre con su hijo y la estaban mirando de forma extraña. Entonces se le ocurrió una idea a la chica —¡Adelante, Gardevoir! —con esas palabras hizo salir de su pokeball a su primer pokemon, su fiel compañera, con la que seguro que podría calmar sus nervios para enfrentar ese desafío —Vamos, es hora de retar a nuestro primer líder, Gardevoir —le dijo convencida para después proceder a cruzar por fin las puertas. Respiró hondo y entró, con su pokemon detrás.

Nada más entrar se quedó asombrada observando la vegetación que había allí dentro, claro, para que pudieran vivir cómodamente todos los pokemon bicho que albergaría aquel lugar. No era uno de los tipos de pokemon preferidos de Aoi, pero tampoco le desagradaban. Estaba esperando ver alguno en cualquier momento, mirando por todos lados adentrándose poco a poco con pasos pequeños en el lugar, cuando se dio cuenta de que Gardevoir no estaba a su lado. Al girarse vio que su pokemon se había quedado al lado de una especie de cartel.

—¿Qué es esto? —dijo, poniéndose al lado de su Gardevoir, pero como no esperaba una respuesta leyó el cartel por ella misma. Al parecer eran las normas del gimnasio... menos mal que Gardevoir no era tan despistada como ella, ¡podría haber tenido que marcharse con las manos vacías simplemente por no haber visto el cartel! —¿Así que solo tengo que acariciar un pokemon bicho? ¡Eso está tirado! —se animó la chica. Había escuchado rumores horribles sobre pruebas imposibles en la entrada de los gimnasios, pero si solo debía acariciar un pokemon estaría luchando con la líder en nada.

Ahora que había leído el cartel sí se internó en la espesura que tenían montada dentro del gimnasio, buscando algún pokemon bicho que le sirviera para su reto y seguida de su Gardevoir, que ya no se separaba de ella. Vio por fin algunos pokemon: Surskits en el agua, un Caterpie arrastrándose por un tronco, algunos Burmy colgando de un árbol... nunca había visto tantos pokemon bicho juntos, pero todos eran pequeños, y en las reglas especificaba que debía ser uno más grande.

—¿¡Pero dónde están los bichos grandes!? —soltó la chica tras un par de vueltas, en realidad no habían pasado más que unos minutos desde que estaba buscando, pero digamos que la paciencia no era una de las virtudes que caracterizaban a la chica. Justo tras decirlo, una sombra se cernió sobre ella, y tragó saliva mientras veía a su Gardevoir frente a ella mirar hacia arriba a lo que sea que tuviese detrás. Lentamente, como si fuera a encontrarse con algo horrible, se fue girando poco a poco.

Y después pegó un salto hacia su Gardevoir.

Aunque luego suspiró aliviada, ¡sólo era un pokemon bicho! Uno muy grande, eso sí, el más grande que había visto nunca. Sacó la pokedex para comprobar que se trataba de un Scolipede, un pokemon de tipo bicho y veneno. Recordó entonces lo que tenía que hacer... porque su Gardevoir la miraba expectante.

—¿N-no puede ser con otro pokemon? ¡N-no tengo miedo, pero e-es enorme! —se excusó, pero Gardevoir la seguía mirando con severidad, ¡ay, tenía razón! Si la líder del gimnasio la veía hacerle un feo a uno de sus adorados pokemon de tipo bicho... podría negarle un combate contra ella, ¡y eso sí que no quería que sucediese! B-bueno, no era un pokemon salvaje, era el pokemon de una líder... no podía pasar nada malo, ¿verdad? Tragó saliva —H-hola Scolipede, bonito... —dijo acercándose poco a poco, sin hacer movimientos bruscos, no sea que el bicho creyera que intentaba atacarle y la liara, aunque la verdad, no veía cómo un bicho tan grande podía sentirse amenazado por ella, bueno, era una entrenadora genial y futura campeona de Ysiel...

Mientras divagaba su mano llegó a acariciar la dura piel del Scolipede...

...y ya está, no pasó nada.

La chica suspiró algo aliviada y acarició al pokemon, que parecía contento por las atenciones. ¡Vaya, pero si no daba nada de miedo! Pero en su defensa diría que el pokemon medía casi como dos veces ella.

—En realidad eres un pokemon de lo más adorable —dijo la chica con una sonrisa, ya se le había pasado el susto del todo. Y una vez dejó de acariciar al pokemon, se dio cuenta de que supuestamente ya había cumplido la prueba del gimnasio, ¿no? Se preguntó si ahora aparecería la líder o tendría que ir a buscarla...

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'Moneda' :

Como nada parecía ocurrir a su alrededor, la entrenadora volvió a caminar para adentrarse un poco más en aquel gimnasio seguida de su Gardevoir. Ahora que lo pensaba, cualquiera podría perderse por allí, ¿no podrían dar mapas en la entrada? O mejor, poner un guía que te lleve directamente al líder...

—¡Eh! ¿Adónde vas tan deprisa? —se escuchó una voz que le llamó la atención, y cuando se giró se encontró con una niña pequeña, diría que de preescolar, que la miraba esperando una respuesta.
—Voy a retar a la líder, niñita. No tengo tiempo para jugar contigo —respondió Aoi, provocando que la niña inflara los mofletes. Oh, oh, ¿no iría a llorar, verdad?
—¡Para saber si puedes ganar a la líder, primero tienes que ganarme a mi! —exclamó la niña, muy lejos de querer llorar o jugar, lo que quería era combatir. Aoi hizo un leve intento de marcharse, pero la niña volvió a actuar —¡Adelante, Metapod, Kakuna, Silcoon, Cascoon!

Conforme iba nombrando a los pokemon los iba liberando de sus pokéball y estos iban apareciendo para cortarle el paso a Aoi. Ella se quedó algo impactada de ver tantos pokemon en el estado evolutivo de capullo cortándole el paso.

—O-oye, ¿no irás a atacarme con los cuatro a la vez, no? —le preguntó algo dudosa a la niña. Alguien le habría explicado cómo son los combates entre entrenadores, ¿verdad? ¿¡verdad!?
—Claro que no, yo soy una entrenadora de verdad —se quejó la niña, y acto seguido eligió al primero de sus pokemon —¡Adelante, Metapod!

El Metapod de la niña se adelantó mientras que los otros tres pokemon quedaban tras ella, a la espera. ¿En serio para pasar debía ganar a todos esos pokemon inútiles? Suspiró, si no había más remedio... sólo tenía que demostrarle a esa enana lo que es un entrenador de verdad.

—¡Adelante, Flareon! —llamó a su primer pokemon, dispuesta a chamuscar a aquellos bichos en un momento y seguir con su camino hasta la líder.

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'Combate' :

Con las dos entrenadoras preparadas, pronto comenzó el combate entre sus pokemon. Aoi estaba segura de que ganaría fácilmente, quiero decir... ¡es un Metapod!

—¡Flareon, vamos a enseñarle cómo se hace! —dijo Aoi, no había estado entrenando tanto para que ahora una niña pequeña le impidiera combatir contra la líder del Gimnasio Bicho —¡Comencemos con Ascuas! —le indicó a su pokemon.
—¡Vamos a mostrarle lo fuertes que son los pokemon bicho, Metapod! —dijo la niña y el Metapod asintió con su «Meta-pod» —¡Placaje! —le ordenó al pokemon.

Para sorpresa de Aoi, fue el Metapod el que se movió primero tras recibir esa sencilla orden, y saltó sobre su... ¿cola? Bueno, saltó contra Flareon en un placaje que le hizo retroceder. Flareon se resintió un poco del ataque, pero no cayó al suelo por el golpe. En su lugar se aferró con las patas al suelo de tierra y detuvo su retroceso, quedando preparado para lanzar su ataque.

En cuanto el Metapod se separó de Flareon tras el impacto, Flareon aprovechó y lanzó su lluvia de ascuas ardientes, de forma que el Metapod en un momento se encontró bajo un torrente de fuego, tipo contra el que era débil.

Aun así, Aoi no podía estar del todo orgullosa de ese resultado, ¡ese Metapod había dañado a Flareon más de lo que había pensado! Quizá no debería haberlo subestimado de esa manera... pero no le daría la satisfacción a esa enana de decirlo en voz alta, claro.

—¡Bien hecho, Flareon! —animó a su pokemon tras ese movimiento, sabía que era importante que sus pokemon mantuvieran alta la moral —¡Ahora sigue con Giro fuego! —.
—¡Metapod, Fortaleza! —dijo a su vez la niña, después de todo no había mucho más que pudiera pedirle a su pokemon.

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'Combate' :

Esta vez la niña había tomado una actitud más defensiva al ver los estragos que los ataques de fuego de Flareon podían causar a su Metapod, por ello el pokemon bicho endureció su piel, revistiéndose con una coraza mayor a la que tenía normalmente, para aumentar su defensa y su resistencia ante los ataques del rival.

Por su lado, Flareon no necesitó escuchar dos veces la orden de su entrenadora. Al momento abrió la boca y de su garganta salió un fuego que se arremolinó alrededor del Metapod, causándole grandes daños de fuego, a pesar de su Fortaleza, lo cual era lógico... es decir, es un bicho, y Flareon es un pokemon de fuego.

Pero Aoi ya había escarmentado en cuanto a lo de confiarse contra ese pokemon, además todavía le quedaban tres más a los que derrotar. Por ello decidió pedir un último y poderoso ataque de fuego para terminar de una vez con ese Metapod y pasar al siguiente pokemon.

—¡Flareon, ya casi lo tenemos! —exclamó, dejaría al Metapod debilitado y vulnerable para finalizar con un golpe poderoso de fuego —¡Ahora Malicioso! —.

La niña vio entonces su oportunidad de seguir fortaleciendo a su Metapod en lugar de que se debilitase, como pretendía la idol entrenadora, para después asestar un nuevo golpe en el momento menos esperado.

—¡Usa Fortaleza otra vez, Metapod! —dijo con algo de obstinación, estaba empeñada en que Metapod resistiera a Flareon y sus ardintes ataques.

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El Metapod siguió revistiendo su piel, endureciéndose cada vez más, en el interior de aquel remolino de fuego, mientras la niña miraba con cara de concentración, como si con eso pudiera hacer que su Metapod se hiciese todavía más resistente.

Las llamas que envolvían al Metapod acabaron por disiparse con el tiempo, dejando al pokemon bicho muy herido, pero todavía podía continuar. Fue entonces cuando se le acercó el Flareon con su cara más terrorifica, lo cual quedó curioso porque es un pokemon monísimo. La terrorífica y siniestra expresión del Flareon fue tan impactante que el Metapod se quedó helado en el sitio.

—¡Terminemos con esto, Flareon! —dijo la chica, segura de que el próximo ataque sería la clave para la derrota del pokemon bicho, después de lo debilitado que estaba —¡Lanzallamas! —exclamó.

—¡Ahora es nuestra oportunidad, Metapod! —dijo a su vez la niña, segura de que resistirían a Flareon después de tanto fortalecerse continuamente, y que eso les daría la ocasión para contraatacar y remontar la batalla —¡Placaje! —exclamó casi al mismo tiempo que Aoi.

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Aoi pensaba que ya lo tenía todo controlado... cuál fue su sorpresa cuando el Metapod se lanzó en un último placaje, dando un gran salto, hacia Flareon. El pequeño cuerpo de Metapod impactó duramente contra el pecho de Flareon y le hizo retroceder, algo herido.

Claro que ahí se acabó la actuación de Metapod, porque en cuanto volvió a caer al suelo, Flareon le envió su potente chorro de llamas, y el ardiente ataque le dio de lleno, dejándolo casi inmediatamente fuera de combate.

Aunque aun así, el daño que le había hecho a Flareon había sido mucho más del que la chica pensaba que podía llegar a hacerle, ¡y todavía le quedaban tres pokemon más! Aquello iba a ser un suplicio... pero ganaría. Ganaría y se iría derecha a por la líder del gimnasio.

—¡Un bichejo menos! ¡Deberías dejarme pasar y te ahorrarías la amarga derrota! —le dijo a la niña, que la miraba con algo de rabia por haber perdido y ya estaba haciendo regresar a su Metapod a la pokeball.
—¡Que te lo has creído! ¡Vas a ver, por llamar bichejo a mi Metapod! —respondió la cría con su voz aún más de pito por lo alterada que estaba —¡Te toca a ti, Kakuna! —el Kakuna hizo lo que la niña pedía y se adelantó a luchar.
—Como quieras —suspiró Aoi, haciendo regresar a su Flareon —Buen trabajo, Flareon. Gardevoir, cuento contigo —Gardevoir pasó de estar a su lado a ocupar el lugar de su Flareon, enfrentándose al Kakuna.
—¡Eh, eso no vale! ¡Cambiar de pokemon no vale! —se quejó la enana.
—No vale contra la líder, pero tú no eres la líder, ¿verdad? —la picó Aoi, provocando que hiciera un nuevo puchero —Así que, ¿comenzamos? —.

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Prácticamente nada más decir esas palabras, ambas entrenadoras se decidieron a dar las primeras órdenes a sus respectivos pokemon, y ninguna pareció querer empezar suave, las dos querían acabar con su rival lo antes posible.

—¡Gardevoir, Psíquico! —pidió Aoi, ordenando el ataque psíquico más potente que conocía su pokemon, aprovechando así esta ventaja contra el tipo veneno de Kakuna. La Gardevoir al momento invocó la fuerza de su mente y una energía psíquica la rodeó, extendiéndose hacia el Kakuna y afectándole, de forma que se quedó quieto en el sitio, sintiendo las ondas psíquicas penetrar en su mente y dañarle sin remedio.
—¡Kakuna, contraataca con Picotazo Venenoso! —exclamó la chica, rompiendo así el momento del Psíquico y creando un momento en el que Kakuna pudiera contraatacar. El Kakuna aprovechó ese instante para lanzar sus picaduras contra Gardevoir, y esta se echó hacia atrás, dejando de atacar, afectada por el ataque venenoso.

¿Cómo podía ser? Si psíquico tenía ventaja contra veneno... oh, no, ¡había olvidado la debilidad del tipo hada contra el tipo veneno! Y Gardevoir era tipo hada además de psíquico, ¿cómo no lo había pensado? Bueno... era una entrenadora novata, ¡un pequeño error de cálculo lo tiene cualquiera! Aun así Gardevoir era más poderosa que ese bicho, ¡seguro!

—Gardevoir, ¡sigue con Confusión! —pidió Aoi, esperando que Gardevoir pudiera acabar el combate antes de resultar muy dañada.
—¡Picotazo Venenoso, Kakuna! —siguió insistiendo la niña... ya que su pokemon no conocía muchos ataques más, quizá incluso no conocía ninguno más.

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La Gardevoir fue a lanzar su ataque Confusión sobre el Kakuna, pero de alguna forma este se las ingenió para ser más rápido y así evitar que Gardevoir llegase a lograr su ataque. El Kakuna hizo lo que su entrenadora le pidió, soltando más de sus horribles y ponzoñosas púas que volaron directas hacia la Gardevoir y le dieron en varias partes del cuerpo, haciendo que se cubriera con las manos por el ataque.

—¡Já! Ya no hablas tanto, ¿verdad? —se río la niña ante la evidente cara de consternación que estaba haciendo Aoi, ¡pero sería posible que la estuviera derrotando un... un bicho marrón que ni se mueve!
—¡Gardevoir, esquiva sus púas con Teletransporte y vuelve a usar Psíquico! —ordenó esta vez la idol, esperando que el Teletransporte funcionase como lo había hecho otras veces durante sus viajes. Era eso o ser derrotadas por ese bichejo... se estremeció de solo pensar lo triste que sería eso.
—¡Kakuna, más Picotazo Venenoso! —siguió diciendo a su vez la niña, cada vez más animada con la idea de que iban a ganar aquel combate.

Ambos pokemon se dispusieron entonces a seguir las órdenes de sus entrenadoras, como siempre. Aoi no se podía creer que estaba cruzando los dedos para ganarle a una niñata, si esto seguía así... quizá tendría problemas con la líder después.

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Aoi estaba atenta a cualquier movimiento en el campo de batalla. El Kakuna parecía que iba a volver a atacar... pero en ese momento Gardevoir se teletransportó a su espalda y así evitó el daño, procediendo después a volver a atrapar al insecto en su ataque psíquico, haciéndolo incluso levitar cubierto de energía psíquica.

El Kakuna cayó al suelo tras eso, pero no estaba derrotado. Al momento volvió a enfocar a Gardevoir y volvió a lanzar sus púas venenosas sobre ella.

—¡Cuidado, Gardevoir! —advirtió Aoi, pero fue en vano porque ya era demasiado tarde para que su pokemon pudiera reaccionar.

Gardevoir fue alcanzada de nuevo por ese ataque venenoso tan efectivo contra ella por su naturaleza de hada, y quedó muy cansada y afectada por la batalla. Al igual que ella, el Kakuna también parecía estar ya cansado, ambos pokemon se miraban concentrando sus últimas energías en el combate.

—¡Vamos, Kakuna, acaba con ella! —le animó la niña coen sus renovadas energías ante lo bien que estaba yendo el combate, para ella claro está.
—¡Gardevoir, acábalo con otro Psíquico! —decidió Aoi, pensaba que eso bastaría para derrotar a ese Kakuna, no quería tener que mostrar sus mejores movimientos antes de llegar al combate con la líder, primero porque eso sería muy deprimente, y segundo porque la líder podía estar viendo aquel combate, y eso era como enseñarle tus cartas al enemigo.

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A la orden de su entrenadora, Gardevoir volvió a concentrar su poder en un fuerte y último ataque psíquico que envolvería al Kakuna hasta dejarlo fuera de combate. Pero el Kakuna estaba preparado con sus picaduras de insecto venenoso, y justo un segundo antes de que Gardevoir lo envolviese en su ataque, lanzó una última ráfaga de picotazos. Al estar Gardevoir concentrando sus poderes en el Kakuna, no pudo apartarse a tiempo, y el ataque venenoso le dio de lleno provocando que dejase de atacar y cayera.

Las dos entrenadoras se quedaron entonces unos segundos observando qué pokemon se levantaría y quedaría como vencedor, ambas convencidas de que sería el suyo... pero ninguno lo hizo. Era un doble k.o., los dos estaban fuera de combate.

—Bien hecho, Gardevoir, vuelve —dijo con algo de resignación Aoi, no se podía creer que hubiera empatado contra ese bichejo, pero ya no había nada que pudiese hacer. Lo principal ahora era centrarse en los dos que faltaban, y a ella todavía le quedaban tres pokemon que no había utilizado.
—Vuelve, Kakuna, has hecho un gran combate —dijo a su vez la niña, contenta de haber dejado fuera de combate a un oponente como Gardevoir. Se preparó entonces para mandar a su siguiente pokemon —¡Silcoon, es tu turno! —.
—¡Adelante, Onix! —exclamó Aoi al decidir que ese sería su siguiente pokemon. Onix era de tipo roca, podía hacer un buen papel contra los bichos, aunque por su bitipo no sería muy resistente a los ataques de su rival. De su molesta rival.

Al momento en el improvisado campo de batalla estuvieron enfrentados la Onix y el Silcoon, ambos preparados para la batalla que se avecinaba, tan solo esperando las primeras órdenes de sus entrenadoras, que marcarían el inicio del combate. Y estas no se hicieron esperar.

—¡Silcoon, Placaje! —exclamó la niña, dando la primera instrucción a su pokemon.
—¡Onix, Lanzarrocas! —exclamó Aoi casi al mismo tiempo.

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Al momento la batalla comenzó, y el Silcoon se adelantó propinando un placaje al Onix de Aoi, seguido de más golpes, parecía que a pesar de su apariencia de bichito indefenso podía ser muy veloz, porque se movía de aquí a allá alrededor de Onix dando pequeños golpes como si nada. La Onix mientras tanto se defendía lanzando sus rocas contra el rápido bichejo, pero al ser un blanco pequeño era como intentar matar una mosca, el bichito se escapaba casi siempre, aunque algún que otro golpe sí que se llevó.

—¡Vamos muy bien, Silcoon! —dijo la niñita tan feliz, para después mirar a Aoi y sacarle la lengua con total descaro. A la idol le salió una venita en la frente por la actitud de la niñata.
—¡Onix, sigue con Tumba Rocas! —exclamó Aoi ignorando la actitud de la niña, ¡ya se lo restregaría en toda la cara cuando ganase! Se iba a enterar.

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Onix seguía lanzando sus rocas, pero fallaba dos ataques de cada tres que lanzaba. El maldito Silcoon era rápido, y para el enorme cuerpo de Onix era un blanco muy pequeño, ¡pero dónde se había visto que un Silcoon gane a un Onix! Bien, pues aquí se estaba viendo. Se estaba viendo con total claridad, además. Aoi estaba empezando a preocuparse, ¡no podía ser derrotada por esa cría!

A Aoi todavía le quedaba Flareon, que aún podía pelear, y aún no había sacado ni a Electabuzz ni a Scrafty al combate, pero aún así, ¡perder esta batalla era deprimente! Incluso con la ventaja de tipo estaba recibiendo una paliza, tenía que cambiar de estrategia.

—¿No te rindes todavía? —se reía la niña, se lo estaba pasando muy bien, ¡pero ya le enseñaría Aoi que quien ríe el último ríe mejor! —¡Silcoon, Placaje! —volvió a decir, aunque no hacía ninguna falta... Silcoon no conocía ningún otro ataque.
—¡Onix, podemos darle la vuelta a esto! —animó la idol a su pokemon, ¡era el momento de la verdad! Ahora o nunca... —¡Usa Atadura! —decidió.

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