- Es… justo lo que estaba pensando. Sugerencias. Esa es la clave de los combates. Pensar que siempre tienes la razón no hará ningún bien, y te llevará a la derrota. Considero que el vínculo es lo más importante a tener con tu pokémon. Para ganar, perder, o ser felices juntos. Debería ser la ley única del entrenador. – Se dio la vuelta por un instante, mientras medía sus palabras con cuidado. Había algo más que quería decir. - Tampoco las llamaría… órdenes. Una orden en algo que se debe… acatar. Cumplir. Como entrenadoras que somos, Sasha, no podemos tener ese punto de vista. Es lo que creo. Aunque debo decir que me gusta tu punto de vista. Se ve que aprecias mucho a tus compañeros. – Su voz sonó profunda y calmada, a pesar de que se estaba dando un combate a sus espaldas. Tan solo consideró por unos largos segundos las palabras de aquella chica, que tanto coincidían con sus ideales, incluso si difería en un par de puntos concretos, antes de devolver la atención al combate una vez más.

- Walrein, confío en ti. Puedes encontrar sus puntos débiles. Intenta que no escape de su prisión helada. Así lo tendrás bajo control. Es un pokémon fuerte. No debes dejar que tome la iniciativa. No es necesario que esquives su movimiento. Eres suficientemente resistente. Has pasado por momentos peores. Y ante todo, estamos juntos en esto. – Su sugerencia fue rápida. Por ahora debía darlo todo en aquel combate. Incluso si Sasha tenía unas ideas muy similares a las suyas, sería injusto no darlo todo allí. Tenía que ser una rival digna. Alguien con quien poder medirse. Sin importar el resultado final. - No dejes que repita su plan. Congela sus pies. Mantenlo quieto. Y… busca un punto débil. ¡Busca la distancia esta vez, y juguemos un juego! ¡Bola Hielo hacia el cielo azul que nos acompaña esta tarde! – Acto seguido, Walrein lo consideró una buena idea, y dirigió su objetivo hacia arriba, arrojando una pesada y brillante esfera helada hacia la parte superior del terreno de combate, como si fuera una pelota arrojada por un niño que juega. Ascendió unos metros, al tiempo que otras dos esferas más acompañaban a la primera, antes de buscar caer sobre Poliwrath. ¿El objetivo? Detener su huida. Sentía que si se liberaba de su prisión de hielo, tendrían problemas.

- ¡Y ahora confúndelo! ¡Granizo! Supongamos un escenario. Convierte el campo de batalla en una bella escenificación de Cumbre Nevada. Seremos parte de la maqueta, como hermosas figuras móviles en un plano helado. – Observó el cielo, mientras las pesadas bolas de brillante escarcha caían sobre su oponente. Walrein también alzó la mirada. Y ambos, como equipo, buscaban, no que aquello les diera la victoria, sino más bien que fueran un espectáculo a la altura del enunciado de la chica. Un cambio brusco a su estilo de combate. Dar un bello toque poético a sus movimientos, al mismo tiempo que enfrentaban a sus oponentes con la misma energía de siempre. - Y entonces cae con suavidad… completando el diorama. Final de la representación. Pero no completa la obra. Me pregunto, Walrein… qué clase de defensas tendrán Sasha y Poliwrath contra nuestra representación. ¡Demuéstranos que podéis defenderos de esto, Sasha! ¡Un vínculo que ni el frío más intenso podría quebrar con su hielo! – Y sonrió levemente, al mismo tiempo que permitían al oponente moverse mientras aquellas grandes esferas de color azul suave caían sobre ellos. ¿Las esquivarían? ¿Era una buena idea? Quizá no la mejor. Pero su respeto seguía allí. Realmente… esperaba que las esquivaran y que no estuviera equivocada.

- No lo pierdas de vista, Walrein. Esperaremos nuestro momento. – Hizo un gesto a Walrein para que volviera a su lado, mientras acariciaba su lomo. Se estaba esforzando muchísimo en aquel combate. Tanto Sasha como Poliwrath estaban también esforzándose duramente. No por nada habían hecho tanto en sus pruebas del gimnasio. Sin embargo, justo en aquel momento, el movimiento de Walrein fue lo suficientemente efectivo como para parar sus planes de principio a fin. El plan de Sasha no había fracasado del todo. Pero no habían considerado todas las variantes del combate. El granizo seguía cayendo, y con ello, el truco de luces que había preparado junto a Walrein. Un truco que esperaba que la chica y su pokémon descubrieran.

Era sencillo. Al igual que cuando un arcoíris se refleja mediante el paso de la luz a través de las gotas de agua, con hielo se podía hacer algo similar. Un truco que Max, como líder del tipo psíquico, le había enseñado. Ilusiones. Si aprovechabas por completo el paso de la luz a través de pedazos pequeños de hielo, podías conseguir un efecto óptico mucho mejor que un Doble Equipo como movimiento pokémon. ¿Por qué no utilizarlo aquí, cuando su rival y ella se enfrentaban tan fervientemente? Por lo que parecía, aquel movimiento Granizo había dado sus frutos frente a la posición defensiva de Walrein. De hecho, había funcionado demasiado bien. Todo lo que Poliwrath fue destruir con su Onda Certera… no fue otra cosa que hielo puro.

- El escenario… estaba completo. Buen trabajo engañándolo, Walrein. Son duros adversarios, debemos mantenerlos alejados, ¿te parece? Seguiremos con este plan. Vamos a aprovechar toda esta belleza que has conseguido… mediante un gran movimiento final. ¡Utiliza Ventisca sobre el Granizo que ha quedado en el suelo y levántalo! – Un gran rugido de Walrein lo hizo moverse hacia delante, con el fin de avisar a su contrincante de que aún no habían acabado, y que planeaba enfrentarlo cara a cara, sin engaños como el anterior. Quizá su plan no había sido muy honesto. Pero una líder de gimnasio y su pokémon, debían poner las cosas difíciles a sus rivales. ¿No estaban allí para enseñar? - ¡Levántalo más! ¡Quiero ver volar esos pedacitos de hielo! – La Ventisca de Walrein comenzó a provocar un aire huracanado sobre el suelo, alzando unos metros los numerosos cristalitos. Cualquiera que los tuviera como oponentes, sabía lo que pasaría. Esos pedacitos iban a ser su ataque próximo.

- Discúlpame por el movimiento anterior, Sasha. Sé que no fuimos honestos. Pero sé que Poliwrath y tú podéis superar cualquier dificultad, por fuerte que sea. ¡Acaba con esto, Walrein! ¡Deja que ellos nos sorprendan a nosotros ahora! – Y con un chasquido de dedos que resonó por toda la habitación helada, las figuras geométricas del granizo fueron arrojadas contra el pokémon agua-lucha al mismo tiempo, como si estuvieran siendo elevadas por poderes psíquicos. Quizá, y solo quizá, el estilo de combate de Max se reflejaba en el de Raine, únicamente en aquel combate. Muchas cosas había aprendido de ella. Y como líder de gimnasio, hay muchas cosas que mostrar y revelar.

- Diría que no querrías que te pusiera las cosas fáciles, Sasha. Sería infravalorarte. Eres una adversaria fuerte. Y por eso pienso que debo llegar hasta el final con este combate. – Esas fueron las palabras de la chica, mientras su pokémon mantenía sus ojitos fijos al frente. Él sabía que debía concentrarse si quería derrotar a ese Poliwrath. Y ella también. Se trataba de un combate realmente equilibrado. - Ese es… un gran muro. Pero incluso si puedes usarlo como defensa… Ese muro puede caer de la misma forma en que apareció. Pero no, no espero que el mismo movimiento funcione dos veces. De igual forma que no nos gusta repetirnos, ¿verdad, grandullón? – Un animado rugido del gran pokémon de hielo confirmaba su afirmación.

Juntos observaron la cuidada exhibición de movimientos de Sasha y su Poliwrath. Una arrojaba palabras con energía, animando a su pokémon a superar cada uno de los obstáculos que se encontraban en el camino. El pokémon de agua, por otro lado, no solo valoraba los consejos de su entrenadora, sino que también ponía mucho empeño en superar esas dificultades. Juntos jugaban con la temperatura para mantener la velocidad.

- Añadir más hielo al techo no te dará ventaja sobre nosotros. El hielo es nuestro hogar, Sasha. Aunque me alegra ver… que lo utilizas como un aliado. El hielo es frío e independiente, pero a la vez leal y moldeable. – Hizo un amplio gesto con un brazo, señalando alrededor a los confines de aquella sala congelada. Todo lo que los rodeaba ya era hielo. Tan solo… habían añadido un poco más al techo. ¿Terminaría siendo una ventaja? Solo debían ver el plan de Sasha de principio a fin e intentar leer sus movimientos. - ¿El hielo… mi enemigo? No. Hace mucho tiempo que el hielo no es mi enemigo. Solo debes aprender a tratarlo. Suavizar su trato. Comprobar los desperfectos en su estructura. Conocer sus ventajas y desventajas. Hay una cosita curiosa cuando hablamos de hielo, Sasha. Todo el hielo que desaparece puede volver a aparecer. Es una construcción incansable. Puede destruirse, pero al igual que nuestro ánimo en batalla… siempre puede retornar. Tenemos… un ejemplo ahí mismo. – Dirigió la mirada a las gradas. El hermano de Sasha se encontraba allí. Y estaba rodeado de… ¿una especie de castillito helado? Los pokémon de hielo lo habían rodeado y jugaban, y parecían haberlo rodeado de cuatro paredes para que no se escapara.

Aquello era lo que Raine intentaba explicar. La ilusión de hielo provocada por Poliwrath era una buena idea, sí. Pero Walrein estaba acostumbrado a batallar bajo una tormenta. Tan solo recibió los cristales gélidos como si fuera una simple lluvia cayendo sobre su gruesa piel glacial. Por supuesto, recibió daño. Pero no hizo gesto alguno de dolor. Estaba realmente acostumbrado. Tal como había dicho su entrenadora… el hielo era su aliado, incluso si lo tenían en contra.

- Permíteme entonces el movimiento. Te enseñaré cómo utilizamos el hielo a nuestro favor… con tu permiso. ¡Walrein, congela un gran pilar bajo tus pies y súbete a él! ¡Rayo Hielo de apoyo! – Tan solo le llevó un par de segundos levantar un alto pilar de hielo que se alzaba varios metros del suelo. Y el pokémon no había acabado. Había algo más. Ya habían hecho algo así antes, cuando Walrein todavía era un Spheal. Pero las cosas habían cambiado. - ¡Ahora déjate caer sobre él! ¡Golpe Cuerpo! ¡Le demostraremos que tu gruesa piel puede soportar cualquier golpe! – Puntualizó, dando resultado en su siguiente movimiento, al mismo tiempo que la gran morsa pokémon se abalanzaba justo sobre el lugar en el que se encontraba Poliwrath.

Poliwrath finalmente cayó derrotado tras muchos asaltos. En realidad, aquello había estado asombrosamente cerca. Walrein estaba agotado, podía verse en la manera en que se movía de un lado a otro, como si diera cabezadas de sueño. Había ganado el asalto. Pero había sido por muy poco. No tenía ni idea de qué tipo de entrenamiento solía usar Sasha, pero definitivamente, ese Poliwrath era fuerte, y el vínculo que tenían entre ellos, también. Ese último Golpe Cuerpo, aunque efectivo, había acabado con gran parte de la energía del propio Walrein.

- Lo has hecho genial, grandullón. Buen trabajo, y sigue así. Y buen trabajo también para ti, Poliwrath. Ha sido un gran combate. No me canso de repetirlo. – Al fin y al cabo tenía intenciones de aplaudir por su gran esfuerzo. De los dos. Pero ahora surgía una nueva anécdota. ¿Cuál sería el siguiente pokémon de Sasha? Observó los movimientos de la chica. Su entusiasmo aún seguía, guiado por la gran energía que se estaba dando en el combate. - Prepárate, grandullón. Sé que estás cansado, pero aguantaremos un poquito más. ¿No crees? – Aquel movimiento vino con un gruñido de asentimiento. Por supuesto, Walrein quería seguir incluso tras ver lo agotado que se encontraba.

Lo que no esperaban es que el siguiente pokémon de Sasha fuera a darles una sorpresa. Flareon. Ya había enfrentado a uno, por supuesto. Recordaba perfectamente al Flareon de Aoi. Era un pokémon manso. Realmente manso. O al menos así había sido el de su anterior retadora. Y quizá por eso no había tenido problemas con el mismo a la hora de lidiar con él. Pero sintió un escalofrío recorrer su espalda tan pronto como el pokémon entró en escena, en una exhibición luminosa de flamas ígneas. Algo que la propia Raine no esperaba y se encontró con que, una vez más, era incapaz de moverse un ápice, sin siquiera quitar ojo de encima del pokémon de fuego.

- … – Por supuesto que fue algo breve. Sin embargo, era incapaz de mediar palabra. Se mantuvo inexpresiva durante un buen rato. O al menos eso le pareció, porque el tiempo avanzaba sumamente despacio mientras que el pokémon rodeaba el campo de batalla con una imponente Rueda Fuego. “Mantén la cabeza fría, Raine”. Solo era un pokémon de fuego. Ella estaba mentalizada de que antes o después le tocaría lidiar con uno. A pesar de ello, y de que mantenía el control de sus llamas, la estaban haciendo dudar. Incluso dio un par de pasos atrás, haciendo fracasar su concentración. Era un pokémon pequeño. Ella podía mantener el control. Debía hacerlo. Era líder de gimnasio, al fin y al cabo.

- Mi peor pesadilla… – Dijo para sí, mientras intentaba evitar a toda costa que las piernas le temblaran. Por el momento lo estaba consiguiendo, solo porque el fuego había cesado. ¿Pero cuánto tiempo podría evitarlo? Definitivamente no podía ir a Sasha simplemente y decirle que si podía evitar utilizar movimientos de tipo fuego porque le causaban pánico. Estúpido, ¿verdad? Claro que, cerró los ojos con fuerza tan pronto como tuvo lugar su movimiento ofensivo. Lanzallamas. Y golpeó directamente a Walrein, que la conocía mejor que nadie e intentó absorber toda la potencia del fuego con su cuerpo, impidiendo que éstas alcanzaran a la chica.

- ¡W-Walrein! Esto es… mi culpa. Vuelve. T-te mereces un descanso. Prepararé tus pokécubos preferidos más tarde y p-podrás darte un festín. – Intentaba mantener la calma, mientras Flareon se movía grácilmente para tomar posiciones de nuevo. Probablemente no era así, pero a Raine casi le pareció que se pavoneaba. Si no fuera por sus propios nervios, habría evitado que su siguiente pokéball cayese y se abriese por sí sola, haciendo aparecer a otro de sus pokémon: Jynx. El pokémon humanoide apareció haciendo una pose de diva bastante prominente, y finalizando con un beso al aire. Estaba lista para pelear. Tan pronto como apareció, Raine pudo calmarse un poco. Jynx estaba provocando aquello. Calmaba sus nervios, e intentaba rechazar gran parte de su miedo. Aunque aquello reducía un tanto su concentración y daba… ¿cierta sensación de sueño? - ¡V-vamos, Jynx, adelante! – Añadió con poca energía en el rostro. ¿Jynx se descontrolaba? No… no del todo. La protegía. Sus pokémon siempre estaban con ella. Lo más probable es que su contrincante… hubiera notado algo extraño en su cambio brusco de reacciones. Pero ahora mismo era la mejor carta que tenía consigo. ? - ¡R-refresquemos el ambiente! ¡Jynx, utiliza Nieve Polvo sobre todo el campo de batalla! ¡A-a plena potencia! ¡Q-quiero ver varios metros de nieve, haz todos los muros que p-puedas! – Se encontraba más calmada, pero no del todo. Lo que ahora sentía, más que nada… era sueño. ¿Ese era el plan de Jynx con su propia entrenadora?

La calma se apoderaba del cuerpo de Raine, lentamente. Como una incitación sutil a mantener los ojos ligeramente entrecerrados. Aquello se sentía como un trance. Era… ¿estupendo a su modo? Su miedo… se había esfumado en parte. Aquel plan, aunque arrojado por Jynx en cierto modo a la desesperada, estaba funcionando. Por supuesto que, durante el intercambio pokémon, se había notado su cambio brusco de reacciones.

- Todo está… bien. Creo… – Respondió ella, con toda la paz interior del mundo. Su concentración ahora no era perfecta, pero al menos era consciente de lo que estaba haciendo. ¿Y su miedo al fuego? Casi… inexistente.  - Jynx… – Dijo con aires de poca energía al mismo tiempo que recibía un fuerte abrazo de su pokémon psíquico. Quiso decirlo con más ganas, en realidad. ¿Era cosa del trance? Era probable. En cualquier caso, tan solo pudo seguir observando al frente mientras recibía el intenso amor de su pokémon. ¿Estaba segura? Así lo parecía.

Para detener el fuerte empuje ígneo del Giro Fuego de Flareon, Jynx había levantado una barrera. Entre eso y la nieve, el calor de Flareon se había reducido lo suficiente como para que la Rueda Fuego chocara y se detuviera justo en el movimiento Pantalla Luz que Jynx había levantado. El pokémon observó a su adversario, sin romper su abrazo hasta segundos más tarde.

- Jynx… ¿Qué estás… haciendo? No tomes en desconsideración… a nuestros oponentes… – Añadió la chica, en parte luchando por dejar el trance atrás. Más bien era… ¿un choque de emociones? En parte quería despertarse, pero a la vez tenía miedo de despertarse y comenzar a temblar por el exceso de fuego. ¿Tan débil era ella como líder de gimnasio? ¿Estaba dando una buena imagen de sí misma? Parecía lamentable.

- ¡A…Adelante! Jynx, utiliza… Psíquico en la nieve… Conseguiremos sacar… un espectáculo de aquí… –  Se sentía muy extraña sin su habitual energía. Jynx simplemente comenzó a hacer flotar toda la nieve a su alrededor, haciendo que se iluminara con una intensa luz azulada. Parte de ésta se elevó, y comenzó a girar con cierta velocidad, es un pequeño tornado iluminado.

- Ahora, Jynx… Piérdenos de vista. ¡Da… todo lo que… tienes! – Dejando a un lado los diálogos repletos de bostezos de la chica, la nieve finalmente cayó como estaba. Y en ese momento… el silencio.

- ¡Rayo! – Su voz resonó con eco, como si estuviera realmente distante del combate, mientras un pokémon extraño aparecía detrás de su escondite de nieve. Era un pokémon distinto. No era Jynx. Era… ¿un Stunfisk de colores gélidos? Era difícil distinguirlo, pues se movía con bastante rapidez de un lado para otro. Un pokémon eléctrico… ¿en un gimnasio de hielo? Algo había cambiado, pero aquel movimiento de tipo eléctrico se sintió muy real, y aprovechaba la nieve azulada para ir saltando, como si fuera una corriente controlada. ¿Así era?

Una ilusión provocada por Jynx mediante su Hipnosis, aprovechando de canalizador la nieve que su Nieve Polvo anterior había establecido. No es como si pudiera anularse la ventaja del fuego contra el hielo de esa forma… ¿verdad? ¿Pero y el poder de la mente? Muchos secretos guardaba aquella táctica. Algo que ni siquiera la propia Raine hubiera planeado por sí misma. El plan de Jynx era confuso. ¿Quizá daría resultado?

Los segundos pasaban, lentamente, en aquel océano de tiempo que nunca paraba. La mirada de la entrenadora seguía constante, imperturbable, hacia el frente. Agitó levemente la cabeza, pero la sensación de sueño no se iba. En cierto modo, podía ver como Jynx tomaba ella misma las riendas del combate por sí sola. Algo que jamás había hecho antes. ¿Desobediente? No, no era eso. Y tampoco utilizaría aquella palabra. Más bien, era extraño que Jynx tomara la iniciativa de aquella forma.

Pero no la estaba viendo por ninguna parte. Era tan solo una persona solitaria, perdida en aquella nevada brillante de intenso color azul. Había perdido de vista a su propio pokémon. ¿Por qué tomaría aquellas decisiones? Aunque bien podía verse que aquello era… ¿por su bien? Con Jynx cerca, el fuego no la afectaría de igual forma. Incluso si dejaba de ser ella misma. Pero no, aquello no era lo que debía demostrar una líder de gimnasio. Se lo prometió a los habitantes de Glacius Town, así como a Max, que cambiaría su forma de ver las cosas. Que intentaría dejar de dudar. Entonces, ¿por qué dudaba?

- Jynx… atrás… – Intentó detenerla, a pesar de que su voz sonaba lenta, aunque apaciguadora. No recibió respuesta por ello del pokémon de hielo, aunque estaba segura de que había detenido su ilusión, pues la pudo ver más adelante, con aquella melena dorada soportando un movimiento de fuego más de sus oponentes. Fuego que ella vio con aire risueño, sin temor alguno. Si tan solo pudiera ser así siempre… - Retrocede… por favor… – Insistió, al mismo tiempo que el pokémon se giraba para mirarla, con aires de determinación. No parecía considerar demasiado su sugerencia.

El calor de las llamas pasó por su lado, nuevamente. Y como si fuera un acto reflejo, cerró los ojos, lentamente. De nuevo, no sintió reacción alguna. Podía observar las llamas sin ningún problema. Sin temblores. Sin tartamudeos. Sin miedo. Pero aquello no estaba bien.

- Muy bien… si eso es… lo que deseas… – Alzó la mano, con la pokéball en alto. Aunque se arrepintió en el proceso, y se detuvo. No iba a amenazar a su pokémon con hacerla volver. Simplemente no podía. Por mucho que estuviera bajo la Hipnosis de su propio pokémon en aquellos instantes y quisiera acabar con aquella pantomima absurda, no podía obligar a Jynx a detener algo que estaba haciendo porque el pokémon se preocupaba por ella. Debía verlo con un enfoque distinto.

- Disculpa por… el enfoque que hemos dado… al combate hasta ahora. Prometo… ser sincera contigo… cuando hayamos… acabado, Sasha. – Añadió, con su ya acostumbrada lentitud al hablar. No iba a culpar a Flareon por ello. Era un gran pokémon, y se movía con la gracilidad digna de una princesa de las llamas. Era problema suyo, propio, y acataría sus palabras cuando aquel encuentro hubiera terminado. Los encuentros de combate eran todos únicos. Este también lo era. Jynx la miró con determinación por un momento, resistiendo como podía los movimientos ígneos. El combate acababa de tornarse más serio por parte de Raine.

- Utiliza… Reflejo… para levantar una barrera… – Comenzó, a la vez que ideaban un plan juntas, como debieron hacer al principio del combate. Allí ya no había dudas de Raine. Su pokémon la protegía. Y ella la protegería de vuelta. Con sus palabras, Jynx levantó un gran muro transparente, compuesto de hermosos ladrillos que dejaban pasar la luz del agradable sol en aquella tarde nevada.

- ¡Ahora… utiliza Alud desde la parte superior… y genera una gran cascada helada! – Una vez más, su voz hizo eco en la sala, a medida que se generaba una gran montaña frente a sus ojos. Una combinación de movimientos espléndida y bella, que ninguna ilusión eclipsaría. Un derrumbamiento de hielo, directo, impecable. Sin ilusiones. Quizá Raine no se encontraba en las mejores condiciones para combatir, pero… el espectáculo seguía presente, especialmente desde el lado de sus ingeniosas oponentes.