—Podemos—

¿Sería un producto de sus pesadillas? Había pensado que la líder que jugaría con su mente sería la del tipo psíquico pero estaba equivocada, ¿en qué momento pensó que podría ser más valiente para enfrentar primero al fantasma? No sabía, pero estaba ahí... no podía rendirse apenas la iniciar, tenía que llegar hasta el final, tenía que llegar al líder, vencerle, tenía... tenía... Miró la pelea, el rayo dando directo en el monstruo pero parecía un pararrayos, como si hubiera absorbido el ataque en aquel báculo que ahora parecía irradiar electricidad.

Con una lentitud puso la punta del arma hacia Luce, soltando el feroz rayo hacia su creador pero parecía más intenso, más poderoso, se cubrió con sus brazos mientras veía cómo su pokémon recibía el ataque de lleno, obligándole a apoyarse en sus rodillas. Las lágrimas se acumularon nuevamente en sus ojos y pronto recorrieron su mejilla sin detenerse, su mente gritaba ayuda, ¡pero no hacía nada! Sus piernas estaban paralizadas y la figura de sus pokémon se hacían difusas, ¿por qué era tan débil?

—Yo...—lloró escuchando cómo el monstruo sonaba como una máquina oxidada, cada paso trabajado y su pokémon eléctrico se levantó poco a poco—. Luce, yo... —sus miradas se encontraron y ahí encontró su respuesta. ¿Quería ser campeona así? ¿Cómo podía ser rival de Nathaniel... de cualquiera con esa debilidad? Mordió su labio inferior, tenía que confiar en sí misma y en sus compañeros, ¡sí podría! O al menos confiaría en que ellos lo harían—. P-Podremos —su voz quebradiza sonó—, usa...¡Usa Puño Incremento! No temeré más, se los prometo. Dale contra la pared, ¡romperemos lo que queda de esa cosa! —dijo y la aludida preparó el ataque, corrió hacia el enemigo golpeándolo en su centro, haciendo que chocara con fuerza contra la pared—. ¡Acábalo con Golpe Roca!

El impacto sonó, la pared quebrándose y el impacto del ser.

After thirty, a body has a mind of its own.

El sonido del metal rompiéndose le aturdió pero no podía confiarse, ya lo había hecho antes y el ser no se rindió. Esperando vio cómo Mutta empezaba a volver a su forma original, haciéndose más diminuto con cada segundo que pasaba, hasta volver a su inconsistente figura azul y aquello sólo ocurría cuando... derrotaban al pokémon, entonces, ¿había vencido al monstruo? Luce se tiró al suelo, debilitada, llevada hasta sus límites por aquel ser irreal, que parecía haber salido de una película de terror.

—Regresen —adentró a Ditto y Ampharos, quienes estaban ya en sus últimas, sacó la esfera especial de Cane pero éste ya se había levantado y negó con su cabeza, necesitaba estar a su lado para protegerla. Caminó vacilante hacia el hueco y ahí encontró unas escaleras, ¿desde hace cuánto...? No, no debía pensar en eso. El punto es que ya lo había visto y quizá era una señal del líder de que estaba lista para subir, ¿el habría creado a ese ser? Mordió su labio inferior, ¿qué clase de persona sería? Jugando con los temores de los demás... ¡lo derrotaría! Arcanine fue con ella, subiendo las escaleras que parecían no tener fin. «...¿Nathaniel habría pasado por la misma prueba?» Estaba segura que habían entrado juntos, ¿o el que vio era sólo un fantasma? ¿Una ilusión? ¡Había sido demasiado real!

¿Derrotó a su enemigo? ¿Estaría a salvo? ¿Herido? Tenía que apresurarse, ¡tenía que encontrarlo! Subió las escaleras con más velocidad, necesitaba llegar a la cima, ¿no? «25... 26... 27, ¿cuántos más?» Poco a poco sentía a su cuerpo resentirse por ir rápido, Cane le seguía el ritmo pero empezaba a preocuparse; Emmy sabía que tenía bastante resistencia pero... ¡pero aquello era un abuso! Respiraciones pesadas. Su cuerpo exigiendo detenerse. Se detuvo por ahí del 57, no podía dar un paso más, el sudor se acumulaba en su frente y se limpiaba lo más que podía pero sus músculos ya no deseaban moverse más, necesitaba un descanso, ¡pero no tenía tiempo!

—¡Maldición! Aún soy débil, aún... —murmuró para sí misma. No quería que Cane siempre le llevara encima, a veces sentía que abusaba de él, pero siempre lo hacía con tanto orgullo y más cuando tenía aquella mirada determinada que carga en esos momentos—. Nuevamente... cuento contigo —debía recordarse que no era sólo ella. Eran sus pokémon, eran un equipo, ¿no? Recordaba que alguna vez había escuchado eso.


Cane se movía rápidamente, como si supiera exactamente a dónde iba... pero por ahora su objetivo era tan sólo subir. Entonces Emmy dejó de contar los pisos, sabía que entre más lo hiciera más desesperación sentiría. ¿Irían ya hasta la sala del líder? Y entonces no vio más escaleras, como si hubieran desaparecido, tan sólo frente a ella se encontraba un piso parecido al del primer lugar que había estado apenas entró a la cabaña. Bajó de su pokémon con cuidado y sin dejarle replicar, lo adentró en su pokéball. Debía empezar a enfrentar sus miedos y sus compañeros le habían dado el suficiente apoyo, lo que quedaba era su trabajo, su decisión.

—¿Nathaniel? —soltó por primera vez al reconocerlo, abrió los ojos sorprendida. No sabía cómo reaccionar cuando lo había estado buscando y, allí se encontraba, como si no hubiera sucedido nada, como si no hubiera pasado por la prueba más aterradora que había tenido. Asintió al escuchar la pregunta, incapaz de decir otra cosa, ¿sería ese Nathaniel siquiera real? Su mano fue tomada no con dureza, con una suavidad que le impresionó, si fuera una ilusión ya le habría hecho daño, ¿o no podía porque no era real?

Su corazón golpeó temoroso, asustado de nuevo ante el nuevo ser frente a ellos. Parecía la muerte en persona. Con sus escopetas y cadenas que flotaban rodeando de manera irreal su cuerpo, tomó aire bruscamente de forma sonora aliviada de que Nathaniel le jalara, seguramente sola se habría congelado y quedado a merced del monstruo. Iban hacia las escaleras pero no podía estar sin luchar... tenía... ¡tenía que dejar de ser tan inútil!

—¡También ayudaré! —dijo sacando su pokéball—. Luce, ayúdanos con Puño Trueno —pidió cuando la aludida salió de su pokéball. Apenas pudieron llegar a los pies de la escalera, soltó la mano de Nathaniel para abrazarlo. Estaba a salvo. Pero pronto lo soltó observando a los pokémon—. Necesitamos... un plan.

Asintió con las palabras de Nathaniel, debía confiar en él y... de algún modo no tenía que recordárselo. Luce igualmente hizo caso a que subieran, siguiéndoles tan sólo unos pasos detrás. Otra vez el apretón de manos apareció mientras accedía a la idea, no porque su pokémon fuera la protagonista, en cambio, confiaba en las ideas de Nathaniel, siempre supo de aquella característica que tenía. Una mente prodigio en observación y captar los cambios o debilidades más rápidos que cualquiera. Subieron el piso y sintió que algo no iba tan bien como esperaba, de alguna manera, tenía un mal presentimiento.

—Nathaniel... —murmuró apretando su mano con fuerza, buscando un refugio, una base en donde poner sus temores para controlarse. Vio cómo empleaba Salpicadura, ¿no era un ataque sin efecto? Parpadeó confundida, ¡no entendía su idea! Pero lo que el castaño le dijo poco a poco formó sentido, la hidrobomba, la forma en que el agua avanzaba de forma lenta pero segura hacia donde se apoyaba el monstruo—. Luce, quita a Magikarp de ahí cuando veas que el agua llega hasta él y después sácalo de ahí y vuelve a usar Puño Trueno... pero sobre el charco. —La aludida sonrió haciendo que la joven le respondiera pero no tardó mucho en que aquellas escopetas sonaran, alarmando sobre su disparo hacia su compañero—. ¡Nathaniel! Dios mío, no... ¿estás bien? —preguntó al borde de la histeria, ¡le habías disparado! ¿Qué clase de juego era el que estaba haciendo el líder? ¡Estaba loco!—, N-Nathaniel —soltó sintiendo su corazón estremecerse pero él seguía determinado en ir hasta las siguientes escaleras, ¿cómo podía ser tan fuerte?—. ¡No seas tonto! Tenemos que parar el san- —vio que no había ni una gota, aunque sostuviera con fuerza su brazo herido, mínimo escurriría algo de sangre, ¡no podía tapar completamente la herida! ¿Le dolería? ¿No le diría si le doliera? Era demasiado débil, si ella estuviera en el lugar de él no lo haría pero... deseaba poder ser de confianza, ahora sólo podía tener la duda de si le dolería demasiado o nada—. ¡Lo venceremos, ya verás! —dejó su mano y de seguirlo. Se volteó lista para pelear con el monstruo aunque sus piernas temblaran, ¿cómo se volvería más fuerte si no?—. ¡Ahora, Luce!

Ampharos tomó a Magikarp en sus manos, alejándolo de la electricidad que corría únicamente por su puño para estrellarlo con fuerza contra el suelo, cuando sólo una pregunta rondaba por la mente de la joven.

Nathaniel tenía razón, ¡tenía que entrar en sus cinco sentidos! Su mirada se posó en el ser enorme frente a ella, con un tenebrosa presencia que hacía sentir escalofríos por toda su piel, debía ganarle, si lo hacía podría contra todo lo que viniera, ¿no? Apretó sus puños sin sentirse útil al ver cómo el ataque de Luce fallaba, ¿había escogido un mal momento para emplear el Puño Trueno? Observó sus alrededores y pronto las escaleras que parecían cerca pero a la vez temía que cualquier paso que diera infalso, sería alcanzada por el ser y allí quedaría.

Se acercaron a los escalones, tediosos pero tenía energía para subir y agradecía a Cane por ayudarle, ahora tenía que hacerlo sola, ¿no? Subió unas cuantas pero no escuchó pasos tras ella, volteando vio que Nathaniel estaba a los pies sin algún indicio de que estuviera a punto de subir, esperó unos tortuosos segundos hasta que, volviendo a él, observó la expresión que traía. Se recordó que él también debió haber subido 180 pisos, ¿no? No traía algún pokémon como ella que le ayudara a andar, ¿o sí?

—Nathaniel, hay que subir —le recordó—, tenemos que apresurarnos, Cherry no nos podrá dar tanto tiempo —escuchó cómo el ser ejecutaba un ataque estremecedor, haciendo que Luce llamara por su entrenadora mientras retrocedía viendo como el enemigo se acercaba—, ¡avanza! Luce, usa Voltio Cruel, necesitamos más tiempo —pidió mientras sacaba a Arcanine de su pokéball—. Llévalo, tenemos que huir de aquí y rápido —el aludido asintió mientras se acercaba al castaño esperando a que se subiera—. Intenta alejarlo y subiremos, Luce.

¡Tenían que huir! ¿Por qué respondía así? ¿Acaso no le importaba? Frunció el ceño observándolo, ¿cómo podía ser tan terco? La ayuda no lo mataría, no le costaba nada aceptar, ¿perdería su orgullo o qué? Bufó irritada, ¿no eran por ahora un equipo? Si era así debían apoyarse mutuamente.

—Nathaniel, por favor detente estás- —se detuvo cuando vio cómo caía al suelo—. ¡Nathaniel! —jaló el cuerpo ajeno hacia el propio, pero no era lo suficientemente fuerte para sostenerlo, haciendo que ambos cayesen al suelo pero logró que la mitad de él cayera sobre ella, evitando daño grave. Debía admitir que le había dolido pero  protegerlo era prioridad, estaba... estaba segura que él hubiera hecho lo mismo; le habló un poco más pero no respondía, seguramente el cansancio de subir los pisos le había dejado exhausto, al punto de dejarlo así... ¡y de todos modos negó su ayuda!—. Eres un tonto —murmuró viendo que el ataque de Luce dando en el objetivo y celebró para sí.

Los movimientos lentos de su rival demostraban que no faltaba demasiado para derrotarle (Como con el pedazo de metal anterior), sólo un poco más, se animó, un poco más y acabaría con esta pesadilla. Observó a su compañero, quien parecía arder, seguramente del cansancio, no, no, se tenía que concentrar, el siguiente ataque de Luce debía terminarlo, ¡tenía que! Ya no podían huir ahora, tenía poco tiempo para debilitarlo antes de que llegara a ellos, pero fue congelada cuando su mirada se encontró con el del monstruo. El rifle apuntando hacia ellos, no... hacia el castaño, su respiración se detuvo viendo cómo movía aquella monstruosa mano para disparar, ¡no! ¡No le iba a hacer más daño! Cubrió lo que podía de Nathaniel con ella misma, escuchando el sonido del disparo.

—¡Rayo, Luce! —comandó antes de sentir un inmenso dolor en su hombro, lo suficientemente fuerte como para quitarle el aliento, ¿había sentido eso su compañero? ¡No le sorprendía que se hubiera desmayado! Sentía escocer su hombro a un nivel que no había sentido antes y las lágrimas no tardaron en derramarse por sus mejillas—. Estaré bien, él estará bien, todo estará... bien —murmuraba viendo a su pokémon, esperando el momento en que ejecutara el ataque.

Finalmente el rayo dio en el monstruo, Luce pronto cayó agotada con el último ataque, notó como la figura tenebrosa se contraía en dolor y de repente se inflaba hasta el punto de explotar haciendo que soltara un pequeño chillido. Abrió sus ojos poco a poco pero no podía ver nada, sólo a sus pokémon y a Nathaniel. Regresó a Luce a su pokéball mientras Arcanine se acercaba protector, no podía bajar la guardia pero su corazón golpeaba a su pecho en temor de que en algún momento cayeran, ¡no había suelo! Podía sentirlo pero todo lo demás era negro en su visión.

—Cane, algo grande debe venir, ¿verdad? ¿O será que el líder se aburrió de jugar con nuestras mentes? —soltó una pequeña risa nerviosa sintiendo sus músculos relajarse y el aire entrar normalmente a sus pulmones, mientras una pequeña luz iluminaba la estancia de poco a poco, hasta que pudo distinguir el suelo, las paredes, los colores oscuros que se teñían de un tenue verde, y volteando ahí estaban las escaleras. Sintió un peso retirarse de ella y vio que Nathaniel saludaba con tranquilidad, como si nada hubiera ocurrido, sintió unas lágrimas acudir rápidamente y tuvo que respirar con profundidad para no soltarlas, ¡se estaba volviendo una llorona! Una sonrisa quebrada se dibujó en sus labios observándolo—. Terminé con el trabajo que me dejaste, nada más —había estado tan preocupada por él pero ahora parecía una ilusión el que lo hubiera visto caer cansado, un sueño quizá... uno muy feo.

Se rió ante las bromas que soltaba, ¿realmente estaban dentro de una pesadilla? Murmuró un suave "Eres un tonto" antes de levantarse y esperar que él lo hiciera y le sorprendió bastante cuando ofreció la idea de ir sobre Cain, ¿tan rápido cambió de opinión? Quizá lo había pensado mejor... como le ocurrió a ella misma con el monstruo ese, con una media sonrisa asintió subiendo al pokémon.

—Es Cain, el Arcanine más rápido del oeste —bromeó y, repitiendo el nombre de su pokémon, éste comenzó a andar y poco a poco tomaba velocidad subiendo los pisos, con su típica agilidad y como si no llevara a dos jóvenes adultos encima. La cima no tardó demasiado en llegar, con la luna amarillenta colocada en el cielo como una burla a la lógica—. ¿Por qué no hay nadie? —preguntó acercándose a Nathaniel, porque no iba a decir que de la nada perdió el miedo que sentía, simplemente se sentía más segura sabiendo que el castaño estaba ahí, como un apoyo a la realidad, de que no estaba sola en esa pesadilla—. ¿Más? Pero si ya... —vio hacia donde miraba su compañero y supo de qué hablaba. Estaba segura que su nueva compañía no iba a ser el líder... no podía ser una persona aquella cosa que se acercaba del cielo—. Este líder me las pagará cuando lo vea —murmuró bajándose de Cane.