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Como había sucedido en las ocasiones anteriores, Avalugg no había impuesto oposición alguna a sus ataques confiando en su altísima defensa. El Voltio Cruel no resultó ser excepción, y su ejecutante podía ver esa firmeza de cuerpo y carácter mientras su cuerpo sufría los efectos secundarios propios del mismo. - *No demuestra cansancio, a diferencia de Manectric…* - Taichi sabía que tanto esfuerzo iba a pasarle factura en algún momento, pero la actitud decidida de su compañero le llenaba de valor y vigor para seguir intentando derribar ese muro congelado. La electricidad le había golpeado directamente, no podía no sentir alguna molestia, y era testigo de primera fila de las capacidades de su Pokémon…por lo que no había intención alguna de retroceder. Las palabras de la líder, sin embargo, le hicieron pensar mas no dudar. ¿Estaba insinuando que debía adoptar otra estrategia? Había sido ágil, había sido directo… ¿Qué más quedaba? Entrecerró los ojos unos momentos, intrigado por aquella sonrisa de la peliblanca. ¿Quería ayudarle?

Manectric retomaba posición ya a salvo del terrible ataque del gigante de hielo, preparado para lo siguiente que tuviera que ofrecerle. Antes de eso Raine intentó aclarar su postura frente a lo de las aguas termales, a lo que Taichi reaccionó instantáneamente moviendo las manos delante de él con sincero arrepentimiento, como si de golpe no estuvieran luchando por una medalla.- ¡N-no, no! Yo tampoco quería competir, perdón si se entendió así…- se rascó la nuca, sonriente a pesar de la situación – Lo que pasa es que me enorgullece muchísimo…ahí es donde me crié…- por unos segundos, cierto aire melancólico envolvió el rostro del castaño, recordando lo sucedido hace unos años. Cerró los ojos por un instante y una brisa fría pasando por su nuca le devolvió a la realidad. El pasado era pasado, y ese no era el momento para recordarlo.

- Siempre procuro que mis Pokémon y yo estemos en la mejor forma posible antes de un desafío de Gimnasio, ya que son eventos y batallas que requieren una exigencia física y mental mucho más fuerte. Sí, me sentía preparado, un poco ansioso tal vez…pero una vez que las pruebas comenzaron hubo un momento en que me lo llegué a cuestionar.– Respondió con madurez y sinceridad, notando cómo Avalugg por fin mostraba un cambio, viéndose más vivo. – Pero ahora no tengo dudas, Raine. Soy consciente de mis errores y mis aciertos, y eso me da más fortaleza. – No podía decir que estaba tranquilo, y de hecho se lo hizo saber de la manera más honesta posible. En ese sentido, Taichi era un libro abierto.- Lo intentaré, pero no prometo nada. – sonrió levemente, fiel conocedor de su pasión que le mantenía siempre muy activo.

El Pokémon de Raine cargaba de frente otra vez, pero con cierta fiereza en su mirada. Podía notar cómo veía al cánido de Hoenn como una presa, y esa era una invitación a un desafío del cual ni él ni su entrenador iban a escapar. - ¡Corre hacia él! – ordenó Taichi, sabiendo que debía ser extremadamente preciso en su próximo comando, sino Manectric pagaría con creces las consecuencias. Su Pokémon hizo caso e inició carrera, dando a entender a sus oponentes que buscaba un choque directo de fuerzas. Sin embargo, cuando estuvieron a cuatro metros, el castaño gritó. - ¡Ahora, agáchate y deslízate bajo sus patas delanteras! – dicho y hecho, el perro se inclinó e incrementó su velocidad de deslizamiento desviándose hacia la izquierda, rozando el hielo de las fauces ajenas y salvándose muy poco de un golpe directo, pero ese frío había alcanzado a afectar su espalda afortunadamente sin mayores efectos secundarios. - ¡¡Trueno!! – exclamó alzando su puño, y Manectric, ya alejándose a cinco metros de su oponente debido a la inercia del hielo, dejó caer desde el cielo la mayor manifestación eléctrica en dirección a su rival. ¿Tendría éxito? ¿O Delibird bloquearía su ataque otra vez?

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Raine vio a través de él con facilidad, aunque no era demasiado complicado leer la expresión del joven en el contexto en que se encontraban y por cómo se estaba dando la batalla. Quería interpretar correctamente lo que le había dicho antes, y  el escenario congelado parecía estar armándose con Manectric y Avalugg como los actores, pero todavía se sentía lejos de esa conclusión. La líder quería contribuir a ello, pero estaba en él mismo poder alcanzarla y aplicarla. Su Pokémon no se veía afectado en cuanto a voluntad, pero el mirar de reojo a su entrenador resultaba más un mal ejercicio que uno positivo. - *Ser uno…* - reflexionaba, dejando que sus pensamientos al respecto tomasen algo más de protagonismo durante el enfrentamiento.

- Vaya, Ciudad Iris...hace varios años que visité esa ciudad, pero la recuerdo bien. – comentó con algo de nostalgia también, sabiendo que allí cayó rendido ante la majestuosidad de Entei, deseando desde entonces verlo no sólo en una simple imagen, sino que enfrentarlo y ojalá capturarlo. – La leyenda de la Torre Quemada… -susurró por inercia, regresando menos años atrás para poder responder lo que la peliblanca consultaba con curiosidad. – No, Lavacalda no es un lugar del que deba ocultar nada…está en la base sur del Monte Cenizo, un volcán relativamente activo que permite que las Aguas Termales existan. También hay un Herbolario, y está el Gimnasio Tipo Fuego de Hoenn. – explicó, rascándose la nuca luego. – No es que tenga muchas cosas, de hecho es un pueblo bastante pequeño…pero tiene su encanto. Es un lugar ideal para descansar. – comentó mirando de reojo a su Pokémon por unos instantes, sabiendo que era originario de la misma región aunque lo había capturado en Ysiel. El primero estaba junto con el resto de sus Pokémon en su casa, ayudando a sus abuelos en todo lo que pudiera.

La joven retomó el tema anterior, haciendo que Taichi fuera más evidente en la reacción de su rostro. Entendía perfectamente a lo que quería llegar, pero estaba tan acostumbrado a esa tensión, a ese entusiasmo, a esa ansia de victoria que movía su alma que sentía que no podía abandonarla así como así. Incluso habiendo ido a otros gimnasios con un equipo con ventaja absoluta no se sentía tranquilo, porque aquellas batallas estaban a otro nivel. Si fuera una competición amistosa, sin medalla de por medio hasta estaría sentado en el suelo de ser posible; pero aquello no era un momento cualquiera. Su aspiración a ser el Entrenador más fuerte de todo Ysiel estaba en juego. – Me cuesta estar tranquilo, tomarme esto con calma. – negó lentamente, siendo absolutamente sincero otra vez. - ¿Cómo lo haces tú? Quiero decir, es un punto de vista distinto ya que tú eres quien me está evaluando si soy digno de la medalla, pero…a pesar de que confío ciegamente en mis compañeros, no puedo estar tranquilo. Siento que incluso sería una falta de respeto para ellos el estar relajado en una batalla tan importante, pero entiendo que esa no es tu intención. Es sólo que… - iba a continuar, pero tuvo que aplicarse en función de su Pokémon, considerando que Raine estaba siendo ambigua en sus instrucciones.

¿Cómo podía estar tranquilo si ni siquiera un Trueno recibido directamente parecía producir una mueca de dolor o de agotamiento en Avalugg? En eso, una luz pareció encenderse entre tanta interrogante. ¿¡Esa era la estrategia de Raine?! ¿Confundir, hacer dudar a los entrenadores para luego aplacarlos con su poder? No, la chica parecía demasiado noble como para ese tipo de artimañas, pero empezaba a considerarlo seriamente como una posibilidad. El gigante de hielo convocó un potente granizo que le hizo cubrirse incluso a él, agregando la capucha de su chaqueta a su gorro, generando un colchón que le protegería…pero Manectric no tenía eso. - ¡Cuidado! – exclamó sin poder generar un plan inmediatamente, viendo impotente cómo el cánido de pelaje bicolor se movía con cierta agilidad por el campo de batalla, pero uno tras otro los potentes copos empezaron a impactarle con agresividad. - ¡Usa Rayo y…! – pero ahí se dio cuenta que ni eso iba a servir. Su Pokémon se veía desconcertado, y la culpa no era de nadie más que de él, cuyo rostro y puños apretados reflejaban lo contrario que Raine deseaba para él: estaba tenso.

- *Tengo que calmarme y pensar en algo rápido, o Manectric estará acabado…* - pensó mientras buscaba relajar sus facciones, con la vista fija en nadie más que en su compañero, quien seguía incansable en sus intentos de evitar aquel hiriente granizo lo más posible. Debía mimetizarse con él, debía pensar como él…ser él para poder luchar. - *Creo que lo tengo…debo intentarlo* - ambos destilaron decisión en su mirada, y el índice de su diestra fue hacia el frente. - ¡Ve por él, Manectric! – gritó y el cánido inició carrera una vez más, moviéndose más por su espíritu de lucha que por sus reservas de energía. Antes de que Raine pudiera dar instrucción alguna, el castaño continuó. - ¡Súbete a su espalda! – Manectric le rodeó, e impulsándose con su Ataque Rápido, escaló por medio de una de las patas traseras y logró su cometido, aferrándose con todas sus fuerzas a la congelada anatomía de su oponente. - ¡Chispazo! – ordenaría Taichi tras eso, confiando en que su Pokémon tendría la fuerza suficiente para ejecutar aquella tremenda descarga multidireccional, la cual afectaría al granizo y, más importante, al Avalugg bajo él.

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*Manectric gana +5 en sus dados porque Eléctrico>Agua.

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Múltiples rayos salieron despedidos del cansado cuerpo de Manectric, afectando a su contendiente y a los copos a su alrededor, generando con estos últimos un precioso efecto estético que bien podría haber servido como parte de una performance de Coordinador. Éste, sin embargo, tuvo apenas unos segundos de plenitud, ya que Avalugg trató con todas sus fuerzas de contrarrestar aquella estrategia realmente dañina por medio de una Ventisca. - ¡Sostente fuerte! ¡No dejes de liberar electricidad! – exclamó brindándole su apoyo de una manera más intensa que antes, dándose cuenta de ello en el preciso momento en que las palabras fueron dichas. El gigante de hielo por fin mostraba incomodidad y dolor, tanto así que Delibird hizo acto de presencia y detuvo la batalla a su modo. El primer asalto era para el retador.

- ¡Eso es! ¡Bien hecho! – exclamó con un puño apretado esta vez en señal de celebración, recibiendo al cánido quien de un par de saltos se bajó de su congelada e improvisada montura, yendo a recibir los merecidos mimos por parte de su entrenador que incluso apoyó una rodilla en el piso para tal fin. Raine parecía leer su mente otra vez, pero esta vez estaba feliz. Podía sentir ese cambio. ¡De verdad podía! Percibía cómo podía hacerse aún más fuerte. – Sí, creo que estoy entendiendo…de verdad sentí cómo me hice uno con Manectric. Todavía no logro explicármelo bien, pero nos sentimos extremadamente fuertes. – comentó con una amplia sonrisa, acariciando el cabello amarillo de la cabeza de su Pokémon quedándose con una pequeña descarga eléctrica mientras éste regresaba al frente, aunque extremadamente cansado. Se había esforzado muchísimo y estaba casi sin fuerzas. Walrein fue el segundo Pokémon elegido, haciendo una leve mueca por no haber tenido a Zebstrika consigo para poder enfrentarlo.

- Sigamos adelante, Manectric. Confío en ti. – dijo sonriéndole, escuchando un ladrido suyo en respuesta. ¿Conque otro Pokémon proveniente de Hoenn, eh? La batalla tenía una coincidencia bastante interesante que él mismo se encargaría de prolongar después. Sorprendentemente (o no tanto) para la pareja desafiante, bastó un Golpe Cuerpo sin orden para agotar las ya reducidas fuerzas del tipo eléctrico, quien poco y nada pudo hacer para contrarrestar aquella potencia física. Taichi lo previó, en cierto modo. La batalla contra Avalugg lo había dejado al borde del agotamiento. – Regresa, Manectric, toma un merecido descanso. – dijo extendiendo la Pokéball correspondiente para darle el reposo necesario. – Y estamos iguales…- comentó guardándose la esfera en su cinturón, dándose un momento de pausa que quizás antes no habría aprovechado.

Aún con la capucha y la gorra se quedó quieto unos momentos, jugando con la Pokéball de su próximo compañero. Lo tenía decidido hacía rato. – En Lavacalda no hay festivales, pero las visitas al Monte Cenizo son extremadamente populares. Nos nutrimos de muchas culturas porque gente de todas las regiones va al pueblo a descansar luego de escalar, y las aguas termales son la mejor opción. Mis p…mis abuelos las han llevado por décadas. – titubeó un poco, pero prefirió aquella denominación. Aquel tema le recordaba que tenía que averiguar sobre los que realmente debían cuidarlo y no lo hicieron, pero nuevamente metió esos pensamientos bajo el cajón. El tema del respeto regresó a su mente, dedicándole segundos a una respuesta. – Quizás…no lo es. Cuando estás tenso sólo pones nervioso a tu Pokémon, como le pasó a Manectric con el Granizo…pero intentaré experimentar lo contrario junto con este, uno de mis más grandes amigos: ¡Metagross, adelante! – exclamó lanzando la esfera al aire, revelando al gran tanque psíquico que tomaría el lugar de su compañero de región.

- Comencemos con todo, ¡Cabezazo Zen! –ordenó apuntando hacia el animal marino, esforzándose en sentir el mismo nivel de sincronía de antes. El enorme Pokémon produciría un brillo rosa en la zona de su frente y, tras colocarse en una posición que le permitía mayor velocidad, emprendió rumbo contra su oponente, buscando impactar con renovada potencia y voluntad, alimentada ésta por su entrenador.

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- No sé si puede considerarse mucho tiempo, pero llevo casi un año en Ysiel con estos Pokémon. – respondió, dando a entender implícitamente que había recorrido otros lugares. – Pero entrenando en general llevo casi ocho años. – Especificó, pensando luego en lo que la mujer le planteaba. – En Ysiel no he tenido mayores problemas. Con mi inicial congenié de inmediato, y los Pokémon que fui capturando pronto entendieron mis ideales y mi estilo de combate, por lo que son mis grandes amigos. – comentó con orgullo, recordando a un rebelde de piel rojiza muy particular – Sin embargo, sí tuve una dificultad muy grande. Capturé un Tyrunt que evolucionó a Tyrantrum, y me dejó de reconocer como su entrenador debido a su linaje como rey. Varias veces me atacó intentando matarme, pero logramos solucionar el asunto. – Ahora lo contaba como una anécdota más o menos seria, aliviado de que ahora el gran dinosaurio obedecía todos sus comandos.

Asintió luego ante sus palabras, sonriendo con algo de tristeza al entender un poco cómo se sentía. Para la gran mayoría, el conseguir medallas era la meta principal para así acudir a la Liga Pokémon, y muchos basaban el fortalecer sus lazos en torno a eso, en torno a una simple pieza de metal –por mucho que significase mucho en términos formales-. Bastaba hacer entrega de ésta para hacer sentir al entrenador y a sus Pokémon que todo el esfuerzo había valido la pena…. ¿Pero no había una recompensa aún más rica detrás? ¿El sólo hecho de compartir y hacerse más fuertes? Era una reflexión profunda, de esas que el castaño pocas veces hacía. – Entrenador y Pokémon debemos trabajar juntos para alcanzar nuestros objetivos…ellos nos necesitan y nosotros los necesitamos a ellos, es una máxima imposible de romper. – dijo un tanto más concentrado, sometido en sus pensamientos.

Súbitamente salió de éstos, moviendo sus manos a ambos lados frente a él para hacer notar que todo estaba bien, sonriendo de la manera más afable que podía. - *Raine sin duda es alguien muy perspicaz y astuta…* - se dijo para sus adentros tras darse cuenta que había notado su sutil tartamudeo de hace unos segundos atrás, respondiendo a su pregunta con un movimiento de cabeza – ¡S-sí, estoy bien! Estoy muy contento, realmente feliz por esta oportunidad de luchar contigo. – trató de salir del impasse con un comentario halagado a su contrincante, grabándose en su mente que debía ser más cuidadoso con sus comentarios, o la peliblanca le llevaría indirectamente hacia recuerdos que le perjudicarían gravemente en su batalla.

Raine y Walrein ejecutaron su movimiento mientras Metagross cruzaba el campo congelado en pos de un impacto directo, pensando el retador que aquella forma de dirigir no era común de un simple entrenador. Era… ¿Coordinadora? Luego lo confirmaría, pero lo cierto era que el Rayo Aurora desvió en parte la trayectoria del corpulento tipo Acero, mas no frenó su intención de atacar, logrando golpear al animal marino antes de derrapar y quedar cerca del centro del campo, aún lleno de energías para combatir. - ¿Eres coordinadora, Raine? – preguntó con la más genuina curiosidad – Tu forma de dirigir a tus Pokémon es más artística en comparación a la de los entrenadores comunes. –explicó, deseando que la líder no malinterpretara sus palabras. – Como yo, claro. – sonrió, mirando a su compañero que estaba listo para atacar.- ¡Foco Resplandor, Metagross! ¡No tiene dónde ocultarse! – ordenó, viendo cómo su compañero cargaba energía de color plateado brillante y la disparaba en un gran estruendo en dirección a su oponente de turno.

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- No es que siempre haya tenido esta suerte. Supongo que me la gané a punta de trabajo duro. – comentó con cierta humildad, buscando minimizar el logro que su interlocutora buscaba realzar. – Cuando empecé mi viaje tuve infinidad de dificultades…aún me acuerdo que en un principio no podía lanzar bien las Pokéball porque me temblaba todo el cuerpo por el nerviosismo y la ansiedad – rió un poco, rascándose la nuca protegida entre gorra y capucha.  – No puedo decir lo mismo de mí…siempre quise llegar lejos. Desde muy pequeño quise explorar todo lo posible, y el hacerme entrenador fue volver mi sueño realidad. – Era una retrospectiva bastante bonita, pero algo que había dicho la joven le llamó la atención con sincera curiosidad.- ¿No se supone que los Líderes de Gimnasio hacen precisamente eso? Juzgar el lazo entre el retador y sus Pokémon a medida que batallan…. – ladeó la cabeza tras consultarlo, a la usanza de los perros.

Asintió luego a lo que mencionó, concordando plenamente en relación a lo que había dicho antes. No sólo entrenadores…sino que toda persona que interactuase con Pokémon tenía implícita esa relación de ayuda mutua. Era un fortalecimiento constante e innegable en todo sentido. Vio cómo Delibird bloqueó los movimientos de Walrein y luego sonrió con más decisión, sintiéndose desafiado en el sentido más adrenalínico de la palabra, lo cual le encantaba. – No necesitas que tenga dudas para que luches con todo lo que tienes. – Tras eso, se dirigió a su Pokémon. - ¡Metagross! ¡Tomaremos té helado todos juntos cuando terminemos la batalla! – dijo para animarle, ayudando a la motivación y a la concentración de su compañero de acero.

La intensa onda de energía plateada fue esquivada en parte por la morsa, quien se impulsó con una fuerza que resultó descomunal considerando su peso – concluyendo por ende que aquel Pokémon tenía una potencia física increíble -. Se había subido a la cabeza de Metagross y eso era un grave problema. - ¡Usa tu fuerza psíquica y sácatelo de encima! – Ordenó Taichi ni bien vio que aquel movimiento resultaba, pero Walrein ejercía tanta presión sobre su cabeza que no podía concentrarse. - ¡Metagross! – gritó, sufriendo junto con él aquella mordida sobre su pata frontal izquierda, la cual resultó extraordinariamente efectiva a pesar de que estaba mordiendo acero. La extremidad se congeló al instante, ralentizando aún más las posibilidades de movimiento de la víctima.

El castaño no pudo no morderse el labio inferior, empuñando una mano mas no cayendo en el pánico. Era como si su mirada comunicase una perseverancia a toda prueba, confiando a ciegas en su compañero, intentando conectarse con él, pensar como él…todo lo que Raine había halagado indirectamente de él hace instantes. Él había llegado hasta ella, a diferencia de muchos otros que se habían rendido en el camino. Y aunque la situación volvía a ser compleja, él no iba a caer. Ni él, ni Metagross, ni tampoco Charizard, que esperaba ansioso en su Pokéball su oportunidad. - ¡Usa Cabezahierro hacia arriba! ¡Mándalo a volar con toda nuestra fuerza! ¡Estoy contigo! ¡Estamos juntos en esto!– exclamó con un profundo sentimiento cargado en cada palabra, queriendo transmitirle su propio fuego, su propia voluntad para que pudiera salir adelante. Walrein era un Pokémon excelente, pero Metagross también lo era…y lo iban a demostrar.

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La figura de Raine en Glacius Town generaba, como en prácticamente todo en la vida, opiniones y aristas diversas. Se había encontrado con no pocos entrenadores en el Centro Pokémon con actitud abatida, cabizbajos y resignados ante la imposibilidad de llegar hasta ella ya que las pruebas, según ellos, eran demasiado difíciles. Se decidían a jamás volver, aprovechando que había más de 8 gimnasios activos para descartar por completo el castillo congelado, y Taichi sólo los despedía con un “buena suerte”, aunque estuviera en total desacuerdo con su actitud de rendirse tan fácil. Entendía su frustración, pero lo crucial era reintentarlo con fuerzas renovadas. Quizás la opción de ellos implicaba volver, cometiendo el error de tomar decisiones en caliente –lo que resultaba irónico tras sumergirse en el frío más crudo-, pero no era su asunto. Él debía intentarlo antes de juzgar.

Aquella experiencia concordaba con lo que los lugareños le dijeron de aquella joven, la cual les inspiraba un profundo respeto debido a su cordialidad. Los entrenadores que habían tenido malos resultados con ella obviamente iban a evaluarla negativamente – con contadísimas excepciones -, mas el castaño cubierto de abrigo había hecho bien. Ya tenía un gran logro a su haber al superar todas las pruebas, y la batalla estaba resultando muy gratificante, conociendo más de su oponente y de él mismo. Había un par de cosas en el tintero que debía dejar para reflexiones futuras, todo gracias a la interacción con la mujer de blanca cabellera.

- ¿Por qué saliste de viaje, entonces? Quiero decir, el mero hecho de tomar la decisión implica un objetivo. No necesariamente ser campeón o capturar todos los Pokémon; pero el placer de viajar y conocer nuevos lugares, encontrarte a ti mismo o a alguien…esos también son objetivos., al menos para mí. – comentó dejando en claro con lo del final que no tenía intención alguna de instruirla o de imponer su pensamiento, pero resultaba interesante ver que una persona tan fuerte y tan temida –por algunos- como Raine tenía detalles que uno no esperaría. – Si no quieres decirlo estás en tu derecho, claro…-agregó, buscando aligerar el grado de demanda que aquella intervención podría reflejar.

Su otra interrogante sería satisfecha luego, sin necesidad de ser Líder de Gimnasio para ponerse en su lugar y entender la situación. – Sí. Siendo entrenador o líder no tenemos mucho derecho a involucrarnos y juzgar…a menos que sea algo muy negativo. – El maltrato de Pokémons era algo que Taichi jamás había tolerado y que tampoco haría; siendo esa una de las buenas excepciones para intervenir. – No ando asumiendo que gané…tomaría ese té contigo aun perdiendo – se defendió con una sonrisa, consciente de que faltaba muchísimo para definir un vencedor todavía en aquel enfrentamiento. - ¿Qué haré después? – buena pregunta, aunque la respuesta era bastante simple – Si pierdo, me quedaré entrenando un tiempo en la Cumbre Nevada para desafiarte otra vez. Si gano, iré a donde mi sentido de aventura me lleve. Nada más ni nada menos.

Aún con su movilidad reducida y una enorme presión en su cabeza, Metagross encontró la paz mental necesaria para llevar a cabo su ataque, combinando las fuerzas de sus dos elementos para poder alzar a Walrein poco más de ocho metros a modo de catapulta por medio de un cabezazo que revistió la zona de un acero más duro que el que representaba su piel. - ¡Muy bien! – exclamó por inercia, pero rápidamente vio el problema que había generado su ataque. Uno que podía resultar conclusivo si no hacía algo rápido. - *Si llega a conectar ese Triturar, dudo que Metagross pueda seguir luchando...rayos…* - Miró con atención su alrededor, pensando en qué hacer. Raine había hecho una pregunta que le iba como anillo al dedo a la situación. Cualquier milímetro de falla en su comando podía significar la derrota de su Pokémon y así dejarle en desventaja…pero como siempre, lo daría todo. - ¡Metagross, usa…! – pero antes de pronunciar palabra alguna, Delibird hizo aparición, interponiéndose en la trayectoria con un Presente que provocó una explosión que nubló la visión de los presentes. ¿El pájaro le había ayudado? Justo a tiempo.

- ¡Ahora! ¡Avalancha! – Era un ataque un tanto inusual para un Pokémon como él, pero que sabía podía ejecutar. La distracción del Juez había resultado perfecta para que su compañero pudiera escapar apenas del impacto directo, recibiendo cierto daño por la explosión y el hielo que seguía molestándole en su pata. Saliendo del rango del humo, generó una descarga de enormes piedras desde el cielo justo donde debía encontrarse Walrein, esperando que la reducción de visión jugase a su favor y pudiera causar una buena cantidad de daño a su oponente.  

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