El silencio seguía invadiendo las cercanías, de modo que resultaba imposible prever el resultado de cualquier acontecimiento. La líder de gimnasio, aún con los ojos cerrados, rememoraba todo lo que había vivido a lo largo de su vida, en concurrencia a sus elevados miedos. El terror ígneo, y la Torre Quemada, cuando aún se encontraba en Johto. Sus pesadillas la perseguirían durante demasiado tiempo. Por supuesto, mucho más que el que le gustaría.

Recuerdos que visitaban su mente de cuando en cuando. Como una tortura que no debía terminar. Los gritos de las personas, las luces rojas en el horizonte, y la sombría torre cubierta en llamas. Todo ello siendo una visión para una pequeña niña de corta edad, desde la ventana de su habitación. Aquellas memorias jamás se borrarían, y por ende no eran sino torturas que mantenían latente su trauma. Como un mal sueño que nunca se acababa, y que revivía cada vez que veía llamas similares, haciéndola temblar, así como lamentarse de ser tan débil.

- Quien calla otorga, como… dicen siempre con ese dicho. – Se guiaba por las voces, los pasos, los ecos. No podía evitarlo. El combate comenzaba a ir mucho mejor desde que se había preparado mentalmente. Por supuesto, sabría que toda aquella preparación se caería por sí sola tan pronto como abriera los ojos. Quizá ayudaba mucho el hecho de la agilidad de aquel Blaziken. El poco ruido que hacía al moverse, más allá de sus numerosos gritos de combate. No podía considerarse que la líder de gimnasio se hubiera vuelto más fuerte. - Quizá tu propio silencio me haya enseñado un par de cosas. Los miedos son… algo que no debe representarse en un encuentro como este. Puedo… lidiar con ello de muchas formas diferentes. Pero me temo que esta es la más justa de todas, aunque me deje bastante vulnerable. Tienes… bastante experiencia en esto. Aunque no lo demuestres directamente. – Realmente agradecería que su retador se abriera un poco más, y compartiera sus experiencias. Sus dudas. Al igual que hacía instantes antes.

¿Quizá había perdido toda concentración en el combate, al igual que ella? ¿Cuál sería su problema? ¿Y por qué hacía algo como aquello? De aquella forma le era más complicado comunicarse, establecer una conexión entre líder y retador, del mismo modo que entre entrenador y pokémon. ¿Por qué recurrir a aquel método? ¿En qué estaban fallando?

- Un pequeño… accidente durante mi niñez me hace imposible tratar con ciertas situaciones. Tu compañero debe… haberlo notado ya. Ignoro si me haces estas preguntas para ponerme a prueba. Pero… no voy a cambiar el transcurso de este reto. Es demasiado tarde como para pensar en ello. - Explicó con cierta brevedad. Realmente aún tenía sus propias dudas. ¿Debía actuar, y abrir los ojos en aquel instante, sabiendo que Mamoswine se esforzaba por ella? ¿Sorprender a Froslass con el último impulso de entusiasmo que le quedaba? ¿Ofrecer al retador el combate que merecía hasta el final? Aquel sería, sin duda, un final frío. Ella no quería aquello. Pero estaba segura de que era la mejor opción. Aquello no era ni por Mamoswine, ni por Froslass, ni por ella misma. Era una prueba que aquella persona, que tan sólo elegía una letra para apodar su nombre, había elegido. El camino hacia la Liga Pokémon.

- No tengo más… preguntas. Este será nuestro último movimiento. Para bien… o para mal. – La joven retrocedió un par de pasos, con cuidado de dónde pisaba. Por suerte, había terreno suficiente detrás de ella, antes de alcanzar la barandilla, el borde del barranco hacia Cumbre Nevada y hacia el exterior. - Confianza. Deseos. Miedo. Deber. Todos ellos son… nuestro camino de hoy, hacia el mañana. Quizá no sea la más indicada para dejar mi juicio sobre tus decisiones. Soy… una persona llena de defectos. Alguien que te ha demostrado que puede asustarse con poca cosa. Pero… sea el destino o las ocurrencias quienes lo decidieron… soy quien debe darte la medalla con tu victoria. No dudo de tu vínculo. Dejemos que nuestro destino… se decida. - Una vez estaba colocada, abrió sus ojos levemente. Apenas el mundo comenzaba a dibujarse frente a sus ojos. El combate volvía a ser visible, sin ser más que un montón de gestos y sonidos que dictaban la realidad. Seguía allí. Aunque sus miedos prosiguieran.

- V-ventisca. ¡A-aléjalo! – Fueron sus breves palabras. Los temblores volvían. No era capaz de mantener la mirada fija sobre aquel pokémon, especialmente cuando debía centrar su atención en él, y éste avivaba sus llamas para mantener el cuerpo al rojo vivo, para mantenerse a la altura de Mamoswine. Por suerte, su movimiento detuvo la patada del pokémon ígneo. En aquel momento, los vientos del ataque de Mamoswine estaban en su contra. Y debía detenerlo. El cansancio era más que notorio con aquel instante. Ambos pokémon respiraban más entrecortadamente. ¿Sería realmente el movimiento final que lo decidiría todo? ¿Se alzaría Raine con la victoria aquel día, a pesar de sus temblores constantes?

Jadeó un poco. Si Mamoswine fallaba, perderían. Pero no le importaba el resultado. No era ella quien debía esforzarse. Había hecho un gran esfuerzo. No estaba descontenta. Estaba en cierto modo… en paz consigo misma. Y la hembra de hielo lo sabía. Quizá a aquello se debía la potencia de su Ventisca. Entusiasmo mutuo. El último esfuerzo. ¿Estaba siendo completamente sincera, a pesar de no buscar compartir por completo toda la historia de su pasado con aquel chico llamado H? No sentía aquella seguridad. Definitivamente no aquel día.

La búsqueda de la serenidad no estaba todavía completa. Abrir los ojos, su objetivo desde el principio, no había traído los resultados que ella esperaba. La fiereza de aquel Blaziken se encontraba allí, incluso en aquel momento, cuando el pokémon se hallaba más apagado que nunca. Para bien o para mal, todo aquello había concluido. Había llegado a su final predestinado. ¿Era aquel el cierre de telón que Froslass esperaba? ¿Habría dado con la respuesta a sus preguntas de igual modo? Raine por sí misma… no. No era un desenlace con el que ella estuviera contenta en absoluto.

- ¿Hemos… terminado? – Preguntó hacia sí, aún con la cabeza repleta de dudas y desolación. Blaziken estaba definitivamente fuera de combate. Algo que incluso podía ver con su tembloroso semblante. ¿Cómo habían ganado? Tan sólo la fuerza de Mamoswine podía explicar aquello. Y todo se lo debía a la hembra, que había permanecido firme y fuerte, incluso frente a los temores de su entrenadora. Le hicieron falta unos instantes para volver a recobrar el habla. De todas formas, la impresión se mantendría por un rato. - No estoy… excesivamente contenta con este tipo de desenlace. ¿Por qué? – Cuestionó, sin demasiada fuerza en el tono de su voz. Realmente se encontraba agotada sin motivo. Como si aquel combate hubiera durado más de lo debido. ¿Qué era aquella sensación de vacío? ¿Acaso todo ello venía a partir de sus propios miedos? No, había algún que otro sentimiento añadido, que poco a poco se iban formando en su rostro.

La grandullona, Mamoswine, correteó a su lado, en busca de un cálido gesto que viniera a partir de su propia victoria. Sin embargo, todo aquello tenía un sabor amargo. Como si H se hubiera rendido a mitad del combate, a pesar de sus palabras. Como si hubiera flaqueado al ver la propia debilidad de la chica, tan obvia, tan redundante. Era lógico que no iba a estar contenta con aquel final, y tan sólo un suspiro provino de sus labios.

- Siempre puedes… venir a por la revancha. Sí. Mi pregunta, sin embargo… es otra. ¿Por qué ha acabado todo esto así? - Miró fijamente al entrenador a los ojos, con duda. Con un gesto bastante poco expresivo, a decir verdad. Pidiendo respuestas a sus preguntas. Respuestas que quizá nunca la alcanzarían. - Estuviste muy cerca. Y sin embargo, dudaste… en el último momento. Espero, sencilla y sinceramente… que no por mí misma. Mi debilidad… es mi debilidad. Si verdaderamente tienes unas metas que perseguir, no puedes preocuparte por ellas. Quizá ambos necesitamos cierto tiempo para pensar, después de todo esto. Sea o no… una forma de entrenamiento. - Hizo nuevamente otra pausa, buscando a Froslass con la mirada. Pero no la localizó. Tan sólo vio a Glaceon. Se encontraba en un rincón, firmemente, a unos metros de ellos. Esperaba su momento, claro.

- Un obstáculo… Me pregunto cuál de todos es. Esto puede suponer un pequeño impedimento. Y espero, sencillamente… que no sea una rendición. – Evadió con la mirada de nuevo a Blaziken. Estaba demasiado cerca de su entrenador, pero había perdido gran parte de su fuego. Todo aquello debía deberse, quizá, a la derrota. Aunque no parecía la primera. Era un verdadero guerrero. - Es… un gran pokémon. Y fuente… de mis miedos en el día de hoy, tal y como dices. Es una larga historia. No voy a aburrir a nadie con algo como esto. De todas formas… el día de hoy es extraño. Es como el final de una trama. O algo por el estilo. - Titubeó un poco. La verdad era que no le quedaban demasiadas fuerzas para seguir hablando demasiado. Quería dar un final a aquel día nefasto. Su victoria no significaba demasiado. No aquel día.

- Tu compañero debe encontrarse abajo todavía. Se ha encariñado con uno de nuestros lagos. Ha estado disfrutando de su estancia durante un largo rato… Hoy hemos tenido demasiados sentimientos enfrentados. Pero espero que a estas alturas comprendas mi punto de vista. No ha sido sencillo, pero en cierto modo creo que he conseguido comprenderte un poquito. – Con un gesto, la evolución de Eevee se acercó con elegancia. Sabía de sobra que la conversación no duraría demasiado más. - Glaceon te acompañará y guiará… hacia Jellicent. También hacia la salida, si lo deseas. Ah, y no dudes en pasar por la enfermería. Nuestro grupo de Smoochum podrán trataros adecuadamente si lo deseas. Por mi parte, si me disculpas, me retiraré a descansar. Hay muchas cosas en las que debo pensar. – Dirigió una mirada silenciosa hacia Blaziken de nuevo. A modo de disculpa, por temerlo. Pero más palabras no salían. Por lo que ella, la líder de gimnasio, fue la primera en comenzar a caminar hacia la salida del balcón, con la hembra de Mamoswine caminando tranquilamente a su lado. El final de aquel reto había sido, en cierto modo, desafiante, pero con un resultado final que la dejaría pensativa por el resto del día.

¿Tan difícil sería poder superar sus miedos al fuego de una vez por todas? Estaba segura de que aquel chico encontraría su camino, incluso si tenía más dudas que ella misma. Tan sólo cabía esperar. Encontrar el camino de nuevo, ella misma también. ¿Regresaría a por la medalla que deseaba?