RETO GIMNASIO FANTASMA

Equipo pokémon:

No puedes librarte, no puedes correr, ¿acaso sientes el miedo recorrer tu fría piel? Como un cadáver que atenta en tu contra, un cadáver que camina detrás de ti en la oscuridad absoluta, siguiéndote y riéndose a tus espaldas. ¿Sentirías miedo por algo así? Que patético entonces, no sabes lo que es el verdadero miedo, aquel que acalambra y entume tu cuerpo, confunde tus sentidos,  bloquea tu mente y agita tu corazón, después de eso solo puedes pensar en tu propia muerte. Vaya, solo hay una manera de probarse a sí mismo, una manera que medirá de cuánto eres capaz.


TENEBRIS TOWN....
Argh, no podría creerlo, hacer un viaje tan largo hasta cierta ciudad de las penumbras. Lo bueno es que en todo momento se había mantenido recostado en el lomo de su querido Hydreigon. Si... si Judal era bastante vago en realidad, le costaba mucho poner los pies en la tierra y caminar largos tramos para después encontrarse con débiles y enclenques entrenadores que solo acechaban a cualquiera en el camino para pedir un combate pokémon. ¡Cuánta molestia! ¡Cuanta... cuanta...! ¿Eh?... no es que importara demasiado. — En fin... — Estaban sobre aquella ciudad, rodeada de árboles secos y mugrosas calles grisáceas. El aire se respiraba tan frío y congelante, con negruzcos escalofríos que corrían a través de la piel del pelinegro. ¿Por qué no portaba un suéter o algo para cubrirse? porque no le gustaba tener tanta ropa encima, estaba bien con sus atuendos "árabes", y extraños para algunas personas, que siempre lo caracterizaban. — ¡Pero rayos sí que hace frío! — Era aún temprano, pero las nubes oscuras en el cielo claramente señalaban que una lluvia fuerte y llena de rayos y centellas se encontraba a la deriva de la ciudad. Casi podía oler la humedad rondar a su alrededor, así que mejor iba a apurarse. Su vista rodeó el sitio, observando las calles desoladas y las casas silenciosas. — ¿Quá acaso nadie habita aquí? — Caminó todo tranquilo por el lugar, asomándose a las casas con las ventanas abiertas pero... pero no había nadie residiendo dentro de ellas. — Oe oe... esto es extraño Kaz ¿Habrán salido?— Se dirigía a su pokémon siniestro, quien se encontraba...
se encontraba...

¡¿En dónde se encontraba?! Volteó hacia todas partes sin lograr encontrarlo, ¿acaso había perdido a su enorme dragón siniestro? — ¡KAZ! ¡KAZ! — Colocando ambas manos frente a su boca, imitando la peculiaridad de un megáfono, continuó hablándole, pero nada... nada. — ¡¡KAZ!! —

Después de unos minutos en una ardua búsqueda, se dio cuenta que a pesar de haber emitido tantos gritos ningún pueblerino salió de su residencia, ni siquiera un pokémon llegó a asomarse. Solo pudo fruncir las cejas y abrir la boca con los dientes apretados. ¿Dónde estaban todos? Algo andaba mal, anteriormente ya se había presentado en la ciudad, solo para ir a visitar la mansión abandonada, pero bien que le había echado un ojo al sitio y al menos a un residente había visto pasearse. Desde un principio sabía que algo extraño sucedía, y ahora también había perdido a su pokémon. — Maldita sea, así no puedo ir a ese gimnasio. — Maldiciendo por lo alto, solo fue cuestión de segundos hasta sentir como alguien lo tocaba del hombro. Se volteó por completo, pero nada yacía a sus espaldas. — Debo apresurarme — Contiguo a sus movimientos, pudo divisar a lo lejos la sombra de un gran ser que se adentraba a una niebla blanca y espesa. — ¿Kaz? — No estaba seguro si se trataba de su pokémon, pero aun así rápidamente fue detrás de aquella rara presencia, incluso adentrándose a la niebla. Pero... ¡mierda que no veía nada! Colocó ambos brazos por delante y se mantuvo con la mirada lo mas afilada posible, logrando observar algunas ramas que se encontraban altas, como si estuviera en algún tipo de bosque. Si no mal recordaba aquella era la dirección que lo conducía al cementerio del pueblo, entonces seguramente ahí encontraría a su Hydreigon. Solo podía creer en eso...

Había estado caminando unos cuantos minutos y ya se sentía perdido por completo. ¿Realmente estaba en el cementerio? ¿O acaso se dirigía a la mansión del sitio? — .... — Detuvo sus pasos y volteó la mirada a todas direcciones. Observando en otro tramo la silueta de su pokémon siniestro. — ¡¡Kaz!! — Comenzó a correr detrás de su querido compañero, ¡estaba a unos cuantos centímetros! ¡Lo sentía próximo! — ¡Detente! — Le gritaba relativamente cerca, pero ¿por qué seguía tan lejano? Como si mientras más corriera, éste más se alejara. — ¡¿Qué ocurre con este sitio?! — Comenzaba a fastidiarse, si aquello no se detenía entonces... lo quemaría todo. Expulsaría a sus otros pokémon y lo destruirían todo. ¡No estaba para estúpidos juegos! — ¡Deja de jugar conmigo! — Mosqueado solo le quedó continuar con el camino, y si no hallaba alguna solución entonces... ya sabía qué hacer.

Tan cerca de hartarse y cumplir con su primer cometido, se percató que el sendero cambiaba por completo, disipando la atmosfera neblinosa y permitiéndole al pelinegro explayarse con la mirada. Pero, ¿qué acaso no estaba en un bosque? Un gesto estupefacto y una mueca se pronunciaron en su rostro tan pronto como develaba la extraña construcción que yacía frente a sus ojos.  Antiquísimo, era una manera de definirlo sin lugar a duda, aquella torre con lienzos de sombra y fusco silencio, en la que solo era capaz de escuchar la cadencia de una enorme aguja del reloj. — ¿Ahh? ... — Se cruzó de brazos, subiendo la cabeza e intentando ver el final de aquella enorme torre. No veía la punta, las nubes parecían agruparse frías desde una gran altura, lo que no le daba buena espina al pelinegro. Sin embargo pronto escuchó provenir de su interior el fuerte rugido de un dragón. ¿Hydreigon? Fue lo primero que se le vino a la mente, recordando cuantas veces lo había escuchado bramar en los combates contra otros pokémon salvaje. — Entonces no hay de otra, Kaz iré a por ti. — Necesitaba motivos para seguir adelante, no solo se metería a una tremebunda torre sin justificación. Judal encontraría a su pokémon, su compañero, sin importar las complicaciones, no es que vaya a tirarlo y abandonarlo, por más maldito que fuese el pelinegro no era capaz de olvidar a sus colegas. Lo traería de vuelta incluso si le arrancaban una pierna, ¿no era exagerado? no, no lo era.

Dentro de la torre observó como todo se sumía en un decorado gótico y antiguo, de un trazado irregular. Alzándose en un amplio terreno, y un elevado y sólido muro de rocas calizas. La presencia era congelante, impregnado de humores lúgubres y sombras abisales en cada una de las esquinas. Judal arqueó las cejas y sacó la lengua con disgusto, continuando su trayectoria en rumbos desconocidos. Se abrió paso en su interior, encontrándose con un sin variar de pasillos conectados entre sí que no parecían acabarse — ¿Qué acaso estos caminos llegan a una parte? — Se encorvó fatigado, sintiendo las plantas de sus pies heladas y su piel titubeante por el frío ambiente. Justo cuando pensó que no hallaría algo más, su vista se vio intervenida por varias sombras que abarcaron los pasillos de la torre. Siluetas azules con forma humanoide que prontamente tomaron más nitidez a los ojos rojos del pelinegro, sin embargo su transparencia era impresionante, justo como fantasmas, o ¿eso eran? Judal volvía a mostrar otra mueca observando el rastro cósmico que dejaban los incorpóreos sobre el suelo. ¿Qu-qué significaba? — Oigan — Se dirigió a uno ellos colocándose a su costado, sin embargo la presencia continuó su rumbo, perdiéndose prontamente en la clarividencia de otros alrededores. El pelinegro frunció las cejas sin lograr entenderlo, se llevó una mano a la cintura y se mantuvo pensativo. — Si estas cosas me ignoran, entonces no logro entenderlo. ¿Qué quieren que haga? — Dejó escapar un suspiro con pesadez, antes de percatarse que un espectro se mantenía a su lado desde hace unos cuantos segundos. Detenido y en silencio. Judal inclinó un poco su espalda, nivelándose para mirar por encima a la figura infantil que yacía de frente. — Ehh~ ¿Acaso tu puedes verme? — Se mantuvo en silencio, penetrando con su mirada al incorpóreo, esperando que algo llegara a decirle, aunque al fin y al cabo ninguna palabra había expresado. El pelinegro chasqueó la lengua y cerró los ojos, tomando aire para calmar el malestar que comenzaba a pronunciarse en sus cienes. — Kaz… kaz… — Escuchó bisbisear al infante que, sin previo aviso, comenzó a alejarse del pelinegro corriendo con una rapidez sorprendente. Judal entre cerró un ojo, con un gesto que denotaba lo poco que entendía, y antes de que el pequeño tuviera oportunidad de perderse entre su vista comenzó a seguirlo corriendo a sus espaldas. — ¡Hey! — ¿Acaso sabía el paradero de su colega? No lo sabía, pero aquel niño incorpóreo había dicho su nombre ¿cierto? eso significaba que algo debía saber. ¡Tenía que ser eso! Judal se aferró a no perderle de vista, porque sabía que si no lograba atraparlo entonces no tendría otra oportunidad de encontrar a su pokémon. — ¡Deja de correr mocoso! — Le exigió el pelinegro, con unas ganas de lograr agarrarlo y apretujarlo hasta sacarle todas las tripas. Pero debía calmarse, aun no debía perder la calma, mientras su pokémon continuara cautivo en cualquier parte de la gran torre –que más valía que así fuera- entonces debía permanecer lo más quieto posible.  

Los pasillos seguían alargándose incesantes, contiguos y espeluznantes. Las vías dejaban de ser tan simples, pronto el traslucido se abría camino entre un ángulo de espesas paredes agrietadas y puertas espesas que estaban remachadas y aseguradas con pasadores de hierro. Eran difíciles se abrir ¡Pesaban demasiado! Algunas debían ser pateadas con fuerza para así lograr abrirlas, aunque éstas de verdad rechinaban estruendosamente. Los cuartos a los que entraba les faltaba la iluminación necesaria para que el pelinegro lograra captar lo que había ahí adentro, por lo que en su arduo camino por seguir al infante y esos rastros cósmicos, tuvo que tropezarse con varias rocas y demás objetos tirados para no perderle de vista. Las paredes de extraño decorado estaban agujereadas, tanto así que el diáfano era captado adentrándose a unos agujeros, arrastrándose adentro de ellos y gateando como si estuviera jugando con el pelinegro. — ¡No puedes! — Gruño, a la vez que se asomaba por esos pequeños agujeros en los que no cabría su cuerpo, sin embargo las paredes estaban compuestos de ellos, por lo que buscó uno en donde adentrarse y hacer uso de la fuerza de sus brazos para seguir la luminiscencia que emitía el otro cuerpo que escapaba de él. Prontamente que era liberado de uno de ellos, lograba captar la otra presencia para continuar siguiéndole con todas sus energías. Cada vez perdía más la noción de cuánto tiempo le estaba consumiendo al perseguirlo, además de no saber en qué parte de la torre se hallaba exactamente, sin embargo mientras más iba corriendo pudo escuchar los rugidos de su Hydreigon, estos haciendo eco entre las paredes y exaltando los sentidos del pelinegro. — ¡Kaz! — Gritó con fuerza, a la vez que cerrada de sus manos y apretaba los labios. ¡Se encontraba cerca! ¡Eso es lo que quería creer!

— ¡Detente de una vez! — Le gritaba agitado Judal al niño, haciendo denotar que el aire se le escapa entre cada esfuerzo por intentar dirigírsele. Suerte que tenía una increíble resistencia, por lo que difícilmente se cansaba, aunque en realidad era un total vago que no le gustaba moverse. — Mocoso te tengo... — Con el ceño completamente fruncido y un fuerte rojizo que colerizaba sus ojos y mejillas, continuó persiguiéndolo sabiendo que de frente se encontraba algo bastante grande, ¿un muro? No tenía la certeza, pero lograría arrinconarlo ¡de eso estaba seguro!... — Hasta aquí llegan… tus tontos juegos… — Hablaba con dificultad, sintiendo como el aire le escaseaba y su corazón se agitaba. El traslucido se quedó quieto, arrinconado y sin decir nada en absoluto. Aquella acción hizo que el pelinegro se enfadara, y antes de hiciera cualquier cosa, escuchó como los rugidos de su Hydreigon volvían, emitiendose desde algún punto mucho más cercano. — ¿Humm? — Judal dirigió su vista a los alrededores, percatándose que no se trataba de un muro, sino de un gran portón. — ¿En dónde… estoy? — Contempló el panorama, dando con el hecho de que sin lugar a duda se encontraba en lo más alto de la torre. — ¡¿Cómo llegué a aquí?! — Se exaltó, volviendo a fijarse en el traslucido y después en unas letras que se encontraban en el portón. — ¿No entrar? — Chasqueó la lengua y arqueó una ceja. — ¿Acaso creen que llegué a este lugar para obedecer tontas indicaciones? — Poco le importaban las consecuencias, lo que en verdad quería es volver a encontrarse con su pokémon.

¿Y cómo abriría el enorme portón?
¿Acaso tendría que gritar "¡Ábrete Sésamo!" para abrirlo?
¿Necesitaría alguna clase de llave? Espera… el portón no tenía cerradura ¿cierto?

Nada de eso, entonces sería más fácil que arrebatarle un dulce a un niño, Judal de verdad se encontraría con su querido colega, Kaz. Solo debía esperarlo un poco más ¡Ya estaba cerca! — Mira esto mocoso, abriré esta puerta— El pelinegro se dirigió al niño incorpóreo, mostrándole una sonrisa despreocupada y acercándose aún más al portón. Inhaló y exhaló para prepararse, se llevó una mano al cuello y movió la cabeza de un lado a otro para destensar sus músculos. Preparó sus manos al frotarlas con frenesí para después estirar sus brazos y acercar sus palmas a las puertas, sin embargo antes de que éstas hicieran contacto se escuchó un fuerte crujido emanar de ambas fortificaciones, como si estuvieran reaccionando por si solas y estuvieran a punto de abrirse. — ¿Ahh? — Se quedó inmóvil a la vez que enfatizaba un gesto desconcertado y observaba como ambas robustas puertas comenzaban a moverse, tirando tierra acumulada en sus coronas y finalmente dejando que su interior se volviera perceptible. Centellas, luz desbordante y cegadora, Judal ni siquiera era capaz de mantener la mirada, obligándose a cerrar los ojos con fuerza, sintiendo que el destello atravesaba sus parpados y achicaba sus pupilas. Fueron ínfimos segundos, que le arrebataron la vista, antes de sentirse atraído hacia el interior de aquellas grandes puertas, un recóndito espacio impredecible.

Cuando la irradiación de luz fue extinguiéndose hasta oscurecer los diáfanos parpados del pelinegro, finalmente pudo abrir los ojos, profundizando sus rojizos y enfocándolos en su alrededor, acostumbrándose a la poca iluminación de su entorno para lograr comprender cuál era la situación. — ¿Qué? — Inquirió frunciendo el entrecejo y abriendo su boca, mostrando una mueca desconcertada que realmente lo había dejado extrañado. Realmente extrañado. Se mordió una parte de su labio inferior y apretó sus manos, formando unos puños, bajó la mirada y se quedó en silencio. ¿Qué mierda estaba pasando? No entendía nada, ¿qué hacía ahí? — ¡¿Qué hago de nuevo aquí?! — Encolerizó, ¿realmente se iba a poner a llorar por regresar a esas mazmorras? No era ningún chiquillo melancólico, estaba enojado, quería matarse, tanto así que comenzó a reírse fuertemente, cubriéndose el estómago y colocándose de cuclillas. No paraba de reír, casi como desternillarse, realmente parecía haber perdido la cordura, bhaa eso ya lo había hecho desde hace mucho tiempo. Comenzó a perder del aire y a dolerse del estómago, que tuvo que obligarse a detenerse, para pronto levantarse completamente encorvado y mirar el dominio con unos ojos carentes de emotividad y sentido. — A de ser una ilusión — Se aproximó a un muro y palpó la pared, tan cálida como siempre, solo faltaban aquellos pokémon librarse por las extensas celdas que conformaban el sitio. Pero no había ninguno de ellos, y era de esperar realmente, el laberinto relucía, parecía que alguien se había encargado de los extensos muros y había eliminado las oscuras manchas y grietas que le daban esa característica enigmática. — En fin — Antes de que decidiera abrirse paso por los pasadizos, su vista se vio interrumpida por la figura de un niño a su frente, ¿Quién era ese mocoso? — Espera…— Levantó su mano y señalo con su dedo índice al infante. — Esto es una mala broma, ¿cierto? — Se quedó con la boca ligeramente abierta, detallando al jovencito de cabellos oscuros tremendamente largos, y esos brillosos ojos rojos, parecía estarle sonriendo, portando en ambas manos un amuleto. ¡Su amuleto! — ¿Me vas a devolver eso verdad? — Colocó ambas manos en su cintura y casi sonreía al ver a su pequeña representación de sí mismo modo infante, pero se negó a hacerlo y en vez de eso se echó a reír nuevamente, mostrando total burla. — ¿Qué? ¿Acaso me darás una lección de vida? ¿Algo que me haga creer en la armonía entre humanos? ¡Patético! — Continuó riéndose, sino antes notar como la criatura seguía sonriéndole ampliamente, algo que molestó al pelinegro, por lo que dejó de reírse y se acercó al crio. — Devuélveme eso — Fue lo único que dijo, sin embargo el pequeño se dio media vuelta con total alegría, ascendiendo ese amuleto alto y echándose a correr con toda libertad posible.

Ahí iba…

Judal tembló enfurecido, pero… pero no podía enojarse consigo mismo ¿verdad? Se rascó la cabeza y soltando un suspiro se dedicó a correr detrás de ¿él? No importaba, el caso es que aquello le recordaba a cierto niño incorpóreo que tuvo que perseguir en toda esa inmensa torre por varios pasillos y cuartos de alrededor. — ¡Detente! — Exigía Judal, yendo detrás del infante, desplazándose a través de varios pasadizos que aun recordaba a la perfección, como si estuviera en casa, una muy antigua. El pequeño Judal continuaba adentrándose entre los profundos pasillos, siendo fácil perseguirlo, más porque cierto laberinto lo conocía como la palma de su mano. Corriendo detrás de él, llegó un momento en el que se presentaron varias celdas caracterizadas por esas duras puertas de alineación perfecta, por lo que en cierta parte sería realmente difícil acorralarle, más por la infinidad de pasadizos que había dentro de cada uno de los cuartos. — Eres astuto — Se detuvo observando todas las puertas y yendo por la que creía correcta, pronto adentrándose a ella para develar si no se había equivocado.

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'Moneda' :

No midió ni siquiera el tiempo, simplemente empujó esa puerta con ambas manos, ejerciendo presión para lograr acceder en cuanto antes, creyendo que del otro lado no lograría encontrar al pequeño Judal que escapaba con su más valiosa posesión. Sin embargo, una vez logró abrirla, del interior comenzó a emanar una extraña ardentía, y aunque Judal soportara perfectamente el calor, pronto se sintió sofocado por las ondas abrasadoras que parecieron acometerlo, además de esas centellas anaranjadas que lo obligaron a cerrar de los ojos por la sofoquina de la cual no lograba acostumbrarse.

Se perdió un momento, se sintió asfixiado, algo presionaba sobre su pecho que lo hizo encorvarse y ahogarse en un doloroso agobio.  

Cuando abrió los ojos solo pudo toser un poco, intentando recuperarse al tomar pequeñas bocanadas de aire. Llevó una mano a su cuello, sintiendo ese collar dorado rozar sobre sus dedos, justo antes de pensar que fue la primera vez que se sentía ahorcado por esos brazaletes. — Debí haberlo imaginado… o algo así — Parpadeó un poco, logrando percibir un ligero –horrible- aroma, ¿acaso algo se estaba calcinando? Cuando al fin se dedicó a observar el dominio, abrió los ojos perplejo, sin siquiera haberse imaginado que tanta destrucción y ruinas se encontraban a su alrededor. Retrocedió un poco, dirigiendo sus profundos rojizos a lo que yacía sobre el suelo. — ¿Qué son?... — Agudizó su mirada, percatándose que eran cadáveres, carbones, puros bultos tostados y negruzcos que emanaban vapores que solo indicaban que aún permanecían calientes. A Judal le vino un asqueroso sabor de boca, no quería seguir viendo ese terrible escenario, estaba que no quería creérselo. Incluso se sentía observado, alguien estaba clavándole la mirada, alguien que seguramente era el responsable de todo ese desastre.

— ¡Vaya que te tomaste tu tiempo! —

Esa voz le provocó un vuelco en el corazón, ¿estaba alucinando? Se llevó una mano a la cabeza, adentrando sus dedos en sus oscuros cabellos, buscando con la mirada al poseedor de aquella tan conocida voz; debía tranquilizarse, sabía que no lograría nada si se alteraba, aun debía buscar a su querido Hydreigon. Siendo así como logró destensarse un poco, dando con la figura de alguien que se encontraba de pie, sobre uno de esos edificios destruidos. Caminó unos cuantos pasos hacia adelante solo para intentar descubrir esas facciones que tanto lo tenía interesado. — No puede ser… — Se detuvo en cuanto logró captarlo, percibiendo esos rasgos, esos malditos gestos, y distinguiendo esa compleción tan idéntica a la suya, a quién engañaba, era él mismo, era Judal. No tenía ni la más mínima duda, eso significaba que él… ¿había sido causante de toda esa destrucción?

— ¿Te gusta lo que ves? Es lo que conseguimos juntos, luego de tanto odiar a los humanos. Es nuestra utopía... Tuya, mía y de Kaz .—

Esas palabras se lo afirmaron, lo cual solo provocó que el pelinegro bajara de la cabeza, cubriendo en el acto sus ojos con su oscuro cabello, dejando solo ver esos labios tan impávidos que nunca antes habían carecido de emoción. — Solo devuélveme a mi pokémon — No estaba para escuchar nada más, ni siquiera quería ver ese calamitoso panorama, sin embargo no escuchó respuesta del ajeno, lo que hizo que volviera su vista al frente. — …¿Kaz? —  Divisó al siniestro colocarse a un lado del vil, pero era distinto, no se parecía al que conocía, éste estaba cubierto de heridas y cicatrices. Se veía estremecedor e intimidante, por lo que Judal decidió acercarsele, antes de escuchar el rugido de Hydreigon hacia su persona, hacia su propio entrenador. — ¿Kaz? ¿Qué te ocurre? Tú jamás me has rugido .— Parecía tan indiferente, que ya ni sabía si ese Hydreigon era su colega, no quería admitirlo pero Judal sintió temor de que eso fuera cierto.

— "¿Qué te ocurre? Tu jamás me has rugido…" ¡Que tonto te escuchaste! Mírate, eres débil… ¿No te gusta lo que ves? ¡Nuestro sueño! ¡Guerra! ¡Destrucción! ¡Infinita diversión! —

Su adverso le señaló, lo mismo que hacía Judal cuando le mostraba una víctima a su Hydreigon, una orden que pronto acapararía el dragón para irse en contra de él. — ¿Yo? ¿Débil? — Denotó una pequeña sonrisa. — ¿Qué acaso ya te olvidaste de lo que verdaderamente quiero? — Se sentía tan estúpido hablando consigo mismo, pero era inevitable, todo era tan extraño y adverso que no podía librarse de ese sentimiento abrumador. De esa manera en cuanto sintió le feroz mirada de Hydreigon retrocedió un poco, enfatizando una mueca maliciosa en sus labios. — Vamos Judal, haz que ataque… Lo estoy esperando ansiosamente. — Solo el pelinegro era capaz de retarse así mismo, siempre tan enigmático, que dolía un poco, dolía tener que sentirse rechazado por su querido colega.

El dragón había extendido de sus oscuras seis alas, elevándose ante el cándido cielo, haciendo denotar esas marcas tan profundas y aterradoras que no le agradaban a Judal. Quería exigir el porqué de cada una de ellas, quería saber cómo es que todo había acabado tan terrible ante sus ojos. Esa oscura utopía echa en ruinas que exaltaba su aliento, no se sentía ni capaz de reírse y burlarse por lo que veía. Porque aunque Judal le buscarse cualquier escusa a las cosas para poder bufarse de ellas, era impresionante como es que la idea ni siquiera se le había cruzado por la mente con tan solo encontrarse en ese sitio desastroso. — ¡Ven Blazblack! — Judal lanzó la pokéball de su amigo Charizard, quien rápidamente bramó con fuerza, como siempre solía hacerlo una vez que se llevaba a cabo una batalla. Obviamente el pokémon se mostró sorprendido por lo que veía a través de los dominios, incluso si volando era capaz de observar más lejos de lo que Judal veía. — No te preocupes, esto se solucionará — Quería creer que así era.

— Iluso, eso es lo que odie siempre de ti, de nosotros, ponemos toda nuestra confianza en los pokémon que a decir verdad... son más decepcionantes que los humanos —

Palabras que le sacaron una mueca de disgusto al pelinegro, ¿quién se creía ese... Judal? Pensar que sus colegas, sus amigos, eran más decepcionantes que los humanos no era posible. ¡Lo negaba y lo re-negaba! — Claro, y nosotros somos los reyes del mundo ahora ¿verdad? — Ver el estado de esa ciudad, sentir el asqueroso olor a quemado palpar sobre su piel no era muy agradable.

—Solo puedo decir que esto es lo que siempre hemos estado buscando, pero... ahora me doy cuenta que no estás preparado para esto y eso solo te vuelve una asquerosa basura, así que... ¡Kaz extermínalo! —

Su adverso volvió a señalarlo, una indicación indeleble que pronto ejecutó el dragón, moviendo fuertemente de sus dignas hélices, yéndose en contra del pelinegro con la más estallida mofa que hizo eco entre las ruinas a sus extremos. — ¡Blazblack tu puedes! ¡Efectua Lanzallamas! — Un momento serio, mientras que el contrario comenzaba a reírse hostilmente, señalando a Judal con esa característica burla. ¿Por qué era así? Se mordió los labios, observando los movimientos de Charizard, esperando que todo fuera favorable de su parte.

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'Combate' :

Ante las órdenes del entrenador, Charizard soltó un fuerte bramido, a la vez que tomaba una gran altura sobre el arrebolado y químico cielo posicionándose en frente de Hydreigon. Fue que en ese momento expandió de sus enormes alas oscuras, abriendo ampliamente de sus fauces para concentrar entre ellas una desmesurada cantidad de energía. El foco comenzó a irradiar grandes cantidades fuego, que pronto Charizard abandonó para que las llamaradas abarcaran los dominios en las alturas, alargándose en rápidos movimientos arremolinados, que impactaron directo con su contrincante, envolviéndole de aquellas brasas que sofocaron el entorno de Hydreigon, sin embargo el siniestro logró liberarse de ellas con bastante facilidad. Así fue que sin órdenes del adverso, ejecutó Pulso umbrío, concentrando una penumbrosa cantidad de energía negativa que tomó forma esférica, rápidamente expulsándose en los aires e impactando con Charizard quien apenas pudo contrarrestarlo al protegerse con ambas alas y amortiguar ligeramente el ataque. — Es fuerte… — Quejó Judal, soltando un suspiro y mirando a su otro yo, quien portaba una amplia y maliciosa sonrisa en su rostro, casi como si ya hubiera previsto todo aquello. — No te rindas Blazblack, continúa con Colmillo ígneo — Comandó el pelinegro, volviendo su mirada a su preciado pokémon, antes de sentirse afligido por la presencia del dragón. ¿Qué era ese odioso presentimiento? Sentía en su mirada un deseo de querer descuartizarlo.

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'Combate' :

Volviendo a abrir ampliamente de sus fauces Charizard emanó de su boca una potente concentración de fuego, cubriendo sus colmillos hasta teñirlos de colores caloríficos que no abandonaron al pokémon fuego en ningún momento, para pronto abalanzarse en contra del estremecedor Hydreigon. Las llamas que originaban sus colmillos turbaban incontrolables, para pronto encajarse en el torso del siniestro y manifestar una dolora presión que le sacó un fuerte quejido. Solo así provocando que el dragón se tambaleara con fuerza, golpeando su fornida cola en el cuerpo de Charizard con el tal de librarse de su ataque. Una vez que los pokémon volvían a alejarse, Hydreigon correspondió con Atizar, yendo hacia su oponente para efectuarle un potente ataque cuerpo a cuerpo que obligó al pokémon fuego a retroceder en los cielos, agitando sus alas con fuerza para no desnivelar su altura ante su adversario. — Ánimo Blazblack — Ante sus palabras su colega solo agitó un poco la cabeza para volver a centrarse en el dragón.

— Ah~ ¿No me digas que aun continuas animando a tus pokémon?~ Mira a Kaz, él no necesita nada de eso porque sabe que te descuartizará en mil inútiles pedazos —

Le dirigió su adverso, sacándole una pequeña sonrisa a Judal antes de abrir la boca y enseñarle la lengua en una frívola mueca. — Cállate imbécil — Obviamente lo que decía ni siquiera llegaba a entenderse porque tenía la boca abierta, pero algo habrá captado su otro yo, después de todo es lo que siempre solían hacer cuando menos les interesaba las frases de otros. — Blazblack Envite ígneo — Y si, aquello lo había dicho bien para que Charizard preparara su nuevo ataque.

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'Combate' :

Estaba que no podía aguantar tener que enfrentarse a su compañero, a Hydreigon, ¿cómo estará llevándolo el otro Judal? Porque veía en su mirada la misma satisfacción que había notado en su rostro desde el comienzo, ese odio y ese aborrecimiento. Esos gestos eran los suyos ¿cierto? El pelinegro solo atribuyo con una molesta mueca, antes de percatarse que el dragón se le acercaba, estaba muy cerca de Judal, demasiado como para poder vislumbrar esas horribles cicatrices y sus colmillos afilados, no se parecía absolutamente en nada a su verdadero pokémon. — Maldición — Retrocedió lo más que pudo, pero el siniestro era demasiado rápido, y antes de que algo inquietante ocurriera fue envestido por Charizard. Lo golpeó desde su tronco, desviando su camino y verdaderas intenciones. El pelinegro solo pudo escuchar una risa provocadora del otro lado, de parte de su otro yo que solo parecía burlarse de lo ocurrido. — ¡Comienza Blazblack! — Ordenó Judal molesto, sintiendo su piel erizada tras pensar en lo que hubiese sucedido si Charizard no estuviera ahí, seguramente se habría vuelto un bocadillo para el siniestro. Siendo así como el pokémon fuego efectuó envite ígneo, cubriéndose de varias llamaradas de fuego, manteniendose envuelto en el fulgor de las mismas, para pronto acercarse a su contrincante y ejecutar su ataque. Hydreigon lo recibió despidiendo su cuerpo unos cuantos metros lejos, invalidándole la posibilidad de corresponder con su respectivo embate. — Blaz no dejes que se recupere, vamos efectúa Giro fuego — Ordenó de nuevo, manteniéndose un poco distante del enfrentamiento, y por supuesto, odiando cada vez más lo que ocurría ahí mismo.

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'Combate' :

Aún tenía ese mal sabor de boca con el suceso de Hydreigon, solo porque se aferraba a seguir creyendo que ese era su pokémon, que de alguna manera le habían lavado el cerebro o que estaba siendo injustamente controlado por su semejante. — Oye, dime que todo esto es una ilusión — Se le dirigió Judal, sin embargo el otro continuó ensimismado en el enfrentamiento, mostrando esa perversa sonrisa que ya lo tenía tremendamente arto. El pelinegro frunció el entrecejo  — ¿Me está ignorando? — Era claro que así lo era, y eso solo lo fatigaba bastante, por lo que volvió su vista al combate de ambos seres voladores, expectativo de lo que podría suceder en cualquier momento. Continuando primordialmente Charizard, ascendiendo su cabeza y exponiendo su garganta, antes de expresar un fuerte bramido a la par que expulsaba de sus fauces una gran carga de energía calorífica, que giraba en un torbellino de fuego en dirección a Hydreigon, y aunque el dragón esquivaba la mayor cantidad de sus ataques también terminó recibiendo una justa parte de ellos. Decidiendo corresponder con Carga dragón, acumulando una energía celeste que rápidamente abarcó el cielo y golpeó a Charizard, ocasionándole un quejido de dolor por la potencia de ataque. — Blaz tajo aéreo — Judal usualmente diría o haría algo más, pero esta vez decidió mantenerse en silencio, dejando su mirada fija en su similar y en Hydreigon. Vaya que no se la estaba pasando muy bien.

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'Combate' :

Instantáneamente Charizard acató las órdenes del pelinegro, tomando una altura mucho mayor a la de Hydreigon, moviendo vigorosamente ambas de sus alas, emanando de ellas blancos tonos luminosos, dando la impresión que sus alas habían tomado mucha mayor fuerza para continuar agitándose. Por lo que solo fue cuestión de tiempo para que una gran cantidad de aire comenzara a arremolinarse, pareciendo adquirir colores veneno por el sucio y calorífico entorno, tomando figuras filosas que el pokémon volador emanaba en contra de Hydreigon. Las formas aéreas giraban siguiendo un destino que el dragón intentaba evadir a toda costa, logrando librarse de varios ataques que Charizard le mandaba. De esa manera el gigante y estremecedor ser siniestro voló con velocidad hacia el pokémon fuego, pronto abriendo de sus fauces para expulsar de su núcleo una cerúlea ardentía característica de un dragón, que de igual a igual tuvo efecto en Charizard, creándole un daño notable que solo hizo que se quejara por el daño ejecutado.

— ¿Hasta cuándo planeas seguir con esto Judal? ¿Por qué no te rindes? ¿Por qué no me dejas el resto a mí? Ya sabes que nuestro sueño se cumplirá, es estúpido de tu parte seguir combatiendo, deja que Kaz te elimine de una vez por todas, ese es el camino más fácil —

— ¿Ahh? ¿Crees que me dejaré eliminar así de fácil? Creo que todavía no entiendes lo que realmente quiero, Judal. — Pronunciar su nombre con una enigmática sonrisa era algo digno de rememorar por el resto de sus días, por lo que terminó cruzándose de brazos y señaló a su similar — No lo hiciste nada mal, realmente nuestro odio tuvo sus favorables efectos, pero este mundo no es para nada perfecto, ni hermoso~ — Bien que era un poco complicado de entender, más porque Judal nunca había hablado de sus verdaderos planes, sus tres principales afirmaciones en un pasado. — Así queee… Blaz debes continuar con esto, comienza de nuevo con lanzallamas — Dijo manteniéndose con una grata sonrisa que no se eliminaba de sus labios.

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'Combate' :

Realmente Hydreigon se había vuelto demasiado fuerte, tanto que ante el lanzallamas de Charizard  había recibido un ligero daño que no había influido casi en nada en su fortaleza. El dragón era exageradamente resistente, ¿por qué? Pareciera como si cada una de esas marcas y cicatrices fueran sellos de poder y vitalidad, difícilmente acabaría con el siniestro con solo unos cuantos ataques; pero eso no molestaba al pelinegro, lo que de verdad sentía era impresión por su pokémon, ¿qué tan duro había sido su camino? Mostró una mueca de obstinación con la idea de que nada bueno había ocurrido en ese trayecto. Si aquel duro camino erradicaba a todos, incluso a los pokémon, entonces ¿por qué peleaba tanto? Si iba a terminar así, entonces… mejor tomaba otro camino más seguro, menos trivial y horrendo. Ese Judal frente a sus ojos parecía ser una ilusión de su destino, ¿qué tal si era una clase de señal? — No puede ser — Se llevó ambas manos a la cabeza y expresó un quejido, cerró los ojos y se mantuvo pensativo, divagando en todos aquellos recuerdos de su pasado, de esas mazmorras y celdas de las cuales había originado sin razón alguna. Maldita sea, que todo era muy complicado, sin embargo volvió a la realidad cuando escuchó un fuerte golpe provenir de los cielos. Se trataba de Charizard quien había sido atacado con un potente golpe cabeza por parte del siniestro, el feroz impulso habían impulsado con fuerza al pokémon volador hacia el suelo, pero Judal no permitió que impactara de lleno sobre el duro terreno, por lo que apuntó su pokéball a su dirección para lograr adentrarlo en cuanto antes. Sin duda Charizard estaba debilitado, y ahora Hydreigon con una mirada enfurecida apuntaba a su dirección, por lo que Judal negó con la cabeza y expulsó de su respectivo aparato a Lanturn, dejando que el pokémon luminoso se quedara de frente, pareciendo leer la tensa atmosfera y adecuarse lo más antes posible. — Vamos Light, debemos acabar a ese temible dragón, comienza con Onda trueno —

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'Combate' :

Sentir los inminentes ojos del dragón querer exterminarlo, como dos profundas acuchilladas capaces de formar fisuras y resquebrajar sus huesos, presentimientos así no le agradaban al pelinegro, más porque sabía perfectamente que en esos momentos la amenaza no era su otro yo, sino aquel Hydreigon de quien no quería apostar que en cualquier momento volvería a atentar en su contra para eliminarlo. ¿No era curioso? El siniestro no parecía tener intenciones de abalanzársele al Judal adverso, pero sí en contra del mismo Judal solo que éste siendo más joven. ¿Qué acaso no lo reconocía? Aseguraba que por lo menos debería recordarlo, asimilarlo a su dueño para no írsele encima, si es que de verdad existía esa lealtad. ¡Argh! ¡Que mosqueante! El pelinegro dudaba de muchas cosas a la vez que afirmaba otras cuestiones, todas ellas revolviéndose para solo confundirlo cada vez más y más... y que dolor de cabeza. De verdad que comenzaba a experimentar una punzante jaqueca en sus cienes, solo provocándole un ligero malestar que se enfatizaba en sus facciones. Así como otra mueca que se delineaba en su boca con total desagrado a la situación prevaleciente. Su mirada se enfocaba en la batalla de Lanturn, quedándose lejano al terreno para no tener que estorbarle, además de mantenerse resguardado de cualquier otra situación que a Hydreigon se le ocurra realizar. Mantuvo los ojos fijos en aquella Onda trueno que su compañero ejecutaba, prontamente ascendiendo en chispazos eléctricos para impactar sobre Hydreigon. Sin embargo el dragón volvía a recuperarse con facilidad para abrir de sus fauces y acercarse temerariamente a Lanturn procediendo con un fuerte embate que constó de varias mordidas en su torso celeste, tratándose de un audaz triturar que correspondió a la misma potencia del daño que Lanturn le había causado. Judal se mantuvo lo más calmado posible, quejándose internamente, mientras volvía a comandar un nuevo ataque. — Light Bola voltio — Dijo dirigiéndole la mirada a su similar, encontrándolo con la vista puesta sobre él, con un rostro inmutable e infame que seguramente nada bueno traería.

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'Combate' :

Buscar respuestas y resolver preguntas, solo para inundarse de más dubitativas, no era algo que quisiese el pelinegro pero a veces resultaba inevitable a tenerse a sí mismo de frente, enseñándole un panorama que no era el más conveniente ni el más esperado a sus grandes deseos. Ha, que de nada se comparaba a lo que realmente tenía en mente, sin duda todo lo había agarrado desprevenido, comenzando con el secuestro de su querido compañero, después profundizándolo en aquella enorme torre de grandes pisos y elevaciones incesantes, para pronto caer en su propio laberinto, corriendo detrás de aquel niño abandonado en el profundo y enigmático castillo ancestral, y ahora… en frente de su futuro, de un “supuesto” destino formulado por sus propios odios y negatividades. Casi como si alguien intentara husmear en sus más recónditos recuerdos y anhelos. ¿Crees que va a ser fácil? De verdad que se sentía sujetado de sus extremidades, haciéndolo sentir aprisionado, más por el hecho de tener a Kaz en su contra queriendo exterminarlo como a un simple desconocido.  Ese “quien” sabía en donde golpear y lastimar, si es que se trataba de una cruel ilusión desfavorecida. Pero ¿qué ganaba con eso? No importaba que tanto atentara en contra de las doctrinas de Judal, no se dejaría desviar fácilmente de su camino, de su única trayectoria que llevaba en manos desde aquellas celdas subterráneas. Pero… pero es que incluso sabiendo eso el pelinegro sentía un fuerte malestar en la garganta y en el pecho, ¿por qué?

El cruel panorama, el incendiario suelo, carnes putrefactas y carbonizadas, olores nauseabundos de pieles quemadas. ¿Todos ellos eran humanos y pokémon?

— ¿Qué ocurre Judal? ¿Al fin te has dado cuenta? No importa lo mucho que te esfuerces, este es nuestro inevitable final, ¡estamos cerca de Nirvana! —

Hablaba el similar, mientras se llevaba a cabo el combate, priorizando a Lartun quien expulsó bola voltio hacia Hydreigon y aunque el golpe se había proyectado en el cuerpo del grande dragón, ningún daño tan favorable se había ejecutado. Correspondiendo el siniestro con nuevamente pulso umbrío, absorbiendo las incalculables sombras del sitio para fomentar su ataque y dejándolo direccionarse en contra del pokémon agua/eléctrico, encestando un golpe que comenzaba a dejarle rasguños. — Light Acua aro — Judal solo se limitó a comandar nuevos ataques, sin decir o hacer nada más, parecía estarse pensando las cosas.