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'Combate' :

-Pues… Es complicado.- Respondió casi por inercia al comentario hecho por el ajeno, luego de haber admirado aquella expresión de sorpresa que había demostrado sin problema alguno. Era como admirar un cristal, tan transparente y puro, que le resultaba hasta curioso que pudiera existir alguien como él en el mundo. Instintivamente, su diestra se dirigió detrás de su nuca, comenzando a rascar de ésta con cierto nerviosismo, tic que hacía presente en situaciones en las cual no tenía control absoluto, como deseaba hacerlo en ese momento. –Digamos que yo simplemente doy el primer empujón.- Algo tembloroso, comenzaría a explicar algo que nadie había entendido hasta ese momento, mas haría todo lo posible para que pudiera hacerlo, aunque sea la idea general. –Todos los seres vivos tienen algo oscuro en su interior, ¿si? Ya sea un miedo, ego, sus deseos más profundos…- Se detendría momentáneamente, tratando de asegurarse de no haber perdido la atención del retador. –Lo único que hago, junto a mis Pokémon, es forzar a los retadores a enfrentar todo eso que está oculto. De no poder superarse a sí mismo, nunca podrán superar a los demás.-

Aquella incógnita que Yuto se había planteado en el pasado, acerca de la suerte o habilidad del retador, se había visto resuelta en su cara, cuando Spiritomb contratacó, derrotando a Honedge aun encontrándose completamente herido por su combate anterior. –Hablando de superar.- Con una sonrisa, el líder alzaría una Pokeball, retornando a la espada fantasmal para poder darle su descanso merecido. –Debo admitir que no esperaba este resultado, pero no puedo rendirme todavía… No cuando tú eres mi carta final.- Alzó una ceja al dedicarle unas palabras al objeto esférico en su zurda, replanteándose las posibilidades de seguir adelante, identificando lo lejos que se encontraba la victoria de sus manos. Mas terminaría suspirando con algo de resignación, notando que el pensar no le brindaría nada a ese momento, donde no era EL líder de gimnasio, sino un mero entrenador más. -¡No me falles!- Con fuerza, arrojaría el objeto a las alturas, encomendándose en su último Pokémon…


Una risa terrorífica se haría eco en aquel lugar, seguido de una sombra que se movería sobre el suelo, de forma irregular. Su físico comenzaría a materializarse lentamente, demostrando una gran sonrisa y unos orbes carmesí que le brindarían un aspecto malévolo y turbio. Era Gengar, uno de los miembros más fuertes del muchacho de cabello rebelde, y en quién más confiaba cuando se trataba de momentos difíciles, mas era difícil de controlar por su particular temperamento y bromas pesadas. En esta ocasión en particular, parecía encontrarse sumamente obediente y sumiso a su entrenador, cosa que lo sorprendía de sobremanera. Quizá, pensó Yuto, comprendía la difícil situación en la que ambos se encontraban, al borde de la total derrota, por lo que su orgullo se vería superado por sus ganas de salir victorioso. De ser así, lo bueno estaba por comenzar.

-¡No lo dejes atacar! ¡Usa Bola Sombra!- Tras un chasquido de dedos, Yuto ordenaría un ataque que sería llevado a cabo a la perfección por el fantasma, quién formaría una gran esfera oscura entre sus manos y la arrojaría al tótem con gran fuerza, acompañado de risas siniestras que seguirían haciendo eco en la inmensidad de aquel lugar. Mientras más motivado estaba, más malvado parecía, eso era un hecho.

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'Combate' :

Su respuesta inicial provocó que casi por acto reflejo su ceja derecha se alzase, en señal no tan infantil de que no había comprendido totalmente lo que el joven había expresado; mas ese tipo de respuesta auguraba que habría una explicación posterior, la cual sobrevino inmediatamente. Le miraría con atención, frunciendo un poco los labios en una mueca que demostraba su esfuerzo por entender lo que el líder estaba intentando expresar. Cuando éste finalizó, el castaño asintió con seguridad sobrecogedora, sintiéndose como si tuviera entre sus manos la llave de un gran tesoro luego de explorar peligrosas ruinas.- Ya veo…- dijo más serio, pensando inevitablemente en lo sucedido con su versión “oscura”. Aquellos temores y rencores eran sólo de él, y no había forma de que otro humano fuera capaz de generar esas ilusiones y efectos sin ayuda. Era obvio que sus Pokémon Fantasma habían tenido algo que ver con todo eso.- Los Pokémon Fantasma son fantásticos…-diría de manera sincera, sintiéndolo también como un halago a quien tenía en frente.

Y como si aquel comentario le hubiera llenado de fuerzas, Spiritomb había dado otro paso más a la hazaña y había hecho caer a Honedge también con su violento Pulso Umbrío, haciendo que Taichi se quedara sin palabras mientras Yuto regresaba a su segundo Pokémon vencido. - ¡Excelente, Spiritomb! ¡Eso estuvo brillante! –le animaría al tiempo que el tercer combatiente del peliparado aparecía, correspondiendo a uno de los más mencionados y obvios que todo experto en fantasmas debía tener en su equipo. – Un Gengar…- susurró más serio, pero antes de separar sus labios para dar la siguiente orden, el tótem sería impactado con toda la violencia y poder de un Pokémon en tan alto nivel y en tan buenas condiciones, derribándolo finalmente al punto de no poder moverse.


- No tengo palabras para describir lo agradecido que te estoy por lo que has hecho hoy. Te ganaste algo más que un descanso. – dijo mientras lo regresaba, guardando la Pokéball en su cinturón con profunda felicidad y orgullo. Luego miraría a Gengar, sonriendo al recordar lo que había dicho recién. – Los Pokémon Fantasma son geniales, sí…¡¡Pero no superan la grandeza de los tipo Fuego!! – exclamaría con esa pasión tan contagiosa que le caracterizaba, lanzando su segunda Pokéball al aire revelando a cierto cuadrúpedo de pelaje rojizo y negro de porte intimidante, constantemente comparado con un Pokémon legendario debido a su elegancia y a su poder. Era Arcanine, listo y dispuesto para tomar el lugar de defensa de su entrenador.

- No te confíes porque es su último Pokémon, ni tampoco le tengas miedo. ¡Vamos por esa medalla! ¡Comencemos con Llamarada! – gritaría casi queriendo cargar con él hacia el frente, pero sería sólo el cánido el que abriría su hocico y liberaría gran cantidad de fuego en la forma de la clásica estrella propia de uno de los ataques más poderosos de su elemento, una de gran tamaño que buscaba cubrir el posible escape del travieso fantasma.

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'Combate' :

El tener que confiar en su carta final era peligroso, principalmente porque lo consideraba como un arma de doble filo. No importaba lo mucho que intentara amaestrar al rebelde fantasma de traviesas intensiones, este simplemente haría de las suyas sin siquiera molestarse en meditar sobre las consecuencias de su accionar. Sin embargo, la situación que le precedía había florecido cierto respeto en el interior corrompido y distorsionado de Gengar, quién ahora veía con cierto respeto al oponente en cuestión. Y no era para menos, puesto que el muchacho de cabello rebelde era alguien digno de admirar y halagar las veces que fuese necesario hasta quedar saciado. Las proezas que había realizado en aquel día, los resultados que estaba obteniendo en ese momento, y el ánimo del que hacía gala, hacían de ese momento algo predilecto para ser recordado por la eternidad.

Por tal motivo, un tanto absurdo si se trataba de ver la situación desde un punto de vista objetivo, el fantasma bromista hizo a un lado aquella máscara de fanfarrón, dejando detrás de si un guerrero implacable listo para dar todo lo que tenía a su disposición. ¡Y vaya que lo había logrado! Hacía mucho tiempo que Yuto no veía una Bola Sombra tan poderosa como para terminar el trabajo realizado por sus compañeros, mandando a volar al Tótem fantasmal, finalizando con la poca stamina de la que podría disponer, llevándolo directamente a los brazos de Morfeo. –Me agrada este retador.- Aprovechando la distancia prudente que lo separaba del castaño, le susurraría a su compañero de combate, compartiendo la misma sonrisa de la que éste hacía gala. Para ese momento, completamente relajado, resguardaba sus manos en los bolsillos de su pantalón negro, permitiendo que su cabello y capa se mecieran por accionar del viento. A modo de respuesta, el bromista asentiría enérgicamente dos veces, afirmando el comentario que recibió a sus espaldas. –La veo difícil, ¿sabes?-  Una nueva figura tomaba el lugar del derrotado Spiritomb, adquiriendo su forma con el paso de los segundos. –No vale la pena pelear sino das todo de ti, ¿cierto?-

-Ve.- Lo único que atinó a ordenar el líder de gimnasio, al notar la intensidad del ataque ajeno, un potente torrente de fuego anaranjado que podría equipararse a las mismas llamas del infierno. Evadirlo era inútil, defenderse era imprudente y estúpido. La lógica no serviría en ese momento, donde se veía arrinconado, como un pequeño Magikarp fuera del agua. No, en ese momento, lo único que sería útil sería avanzar hacia adelante, sin mediar consecuencia alguna. -¡No tengas miedo de los fuegos artificiales!- Como aquellos locos kamikazes, Gengar se arrojaría al centro del ataque, recibiéndolo de lleno y generando una gran explosión, la cual nublaría la visión de los presentes. Sin embargo, como en las mejores películas de acción, el físico del fantasma saldría de aquella capa de polvo que trataba de detener el combate con aires de grandeza y una gran sonrisa, tratando de no pensar en las heridas que su cuerpo lucía.

La sonrisa de Yuto era visible, consecuencia de lo orgulloso que se encontraba en ese momento. Por primera vez en mucho tiempo, sentía una verdadera unión con aquel cabeza hueca que formaba parte de su equipo. Sabía que mucho más no dudaría aquel momento, mas no podía evitar el disfrutarlo con todo su ser. -¡Demuéstrale el poder de los Tipo Fantasma!- Su voz, la del líder, haría eco en la inmensidad de aquel lugar ficticio, reflejando el estado de éxtasis en el que se encontraba. -¡Garra Umbría!- ¿Acaso estaba pensando en lo que estaba ordenando? El atacar a tan poca distancia lo pondría en una gran desventaja, aunque era un riesgo que debía ser tomado.

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'Combate' :

Al haberse criado entre los dragones de la Ruta 20, no resultó novedosa para el castaño la potencia de aquel ataque. La estrella cubrió buena parte del campo a gran velocidad reduciendo drásticamente las posibilidades de una evasión, pero su experticia en batalla le dejaba otra posibilidad de maniobrar ante una técnica como esa en caso de estar en los zapatos del líder. Lo divertido era que el pensamiento coincidió con la ejecución, con Gengar lanzándose hacia el ataque para superarlo, generando una explosión que provocó que el retador se pusiera rápidamente sus goggles para poder ver con menos dificultad en el humo. Desde allí saldría Gengar, efectivamente, ganando una reducción de distancia que podía resultar muy provechosa si no se consideraba el gran daño que la Llamarada había causado en la anatomía fantasmal de su oponente.

Con la velocidad característica a pesar de sus heridas, el fantasma haría eco de las palabras de su entrenador, a quien Taichi asumía “tocado” positivamente por su declaración anterior relativa al poder de los Pokémon tipo Fuego. La garra no encontraría oposición en el cánido, recibiendo el daño en su rostro mas no dejando cicatriz como había sucedido con Charizard hace unos días. Había sido una jugada muy riesgosa, pero útil al fin y al cabo si quería hacer algo de daño. El problema era que estaba a merced de Arcanine, cuyas llamas incluso se escapaban por los costados de su hocico en forma de lenguas. Quería atacarlo como fuese, siguiendo su instinto que casi podía compararse al de un asesino.

- ¡Ve por él, Arcanine! ¡Lanzallamas! – gritaría Taichi correspondiendo fielmente a los deseos de su compañero, aunque al haber practicado ya con él sabía que el cuadrúpedo tenía una capacidad de decisión propia, tal y como algunos de sus Pokémon. Aquello era el reflejo de tanta batalla y tanta frustración conjunta, pasando de caer permanentemente contra sus casi legendarios oponentes a derribarlos y dejarlos rogando piedad. Y eso planeaba el Pokémon de Fuego cuando la corriente ardiente fue liberada…

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'Combate' :

Gengar era, en cierta medida, la diva del grupo, aquel que tenía un gusto particular por las entradas triunfales y los momentos llenos de dramatismo e “intensidad”. Aquella cortina de polvo ciertamente le daba dramatismo a la situación pertinente, y su salida triunfal era “intensa”, por lo que cumplía con los requisitos mínimos para hacer las cosas mucho más interesantes. Para mejorar aún más todo, su ataque había dado en el blanco, generando un daño considerable, aunque era una mera caricia en comparación con el estado del fantasma en cuestión. Podía notarse como apenas podía mantenerse en pie, presa del dolor por tantas heridas que presentaba en su físico. Mas su ataque kamikaze lo dejó en una posición sumamente incómoda, totalmente presa del contrataque que no se haría esperar por parte del can de fuego.

Las llamas se expandieron rápidamente por el lugar, aparentemente consumiendo todo a su paso, incluyendo al fantasma que se encontraba en su camino. La temperatura aumentó súbitamente en los alrededores, tiñendo de anaranjado el campo de batalla. –Vaya, esto si que era inesperado.- Suspirando con cierta resignación, el líder de gimnasio recorrería el lugar con aquellos orbes grisáceos, generalmente inexpresivos, los cuales reflejaban cierta preocupación. Aquel paisaje tan hermoso comenzaría a cambiar una vez más, viéndose superpuesto por aquel bosque oscuro envuelto en la mismísima noche. –Supongo que no queda mucho tiempo de combate.- Su labio inferior sería presa de constantes mordidas, consecuencia del nerviosismo. El cambio de panorama solo indicaba que las pruebas estaban llegando a su fin, y el resultado ya estaba siendo definido.

De la sombra de Yuto, una existencia comenzó a tomar forma nuevamente, siendo éste el único fantasma disponible del humano. Su aspecto era mucho peor de lo que había imaginado, puesto que lucía varias quemaduras que no deberían encontrarse presente en su físico espectral. La sonrisa de la que siempre hacía gala, en contra de todo pronóstico, seguía reluciendo con todo su esplendor en su cara, y sus ojos carmesí brillaban con una intensidad superior –probablemente por las llamas que aún no se habían consumido en el campo de batalla-. Lentamente, como si se tratara de un anciano, se pondría de pie, poniendo todo de si para mantenerse erguido con sus dos extremidades inferiores, las cuales temblaban como gelatina. Intentar detener a su amigo era inútil, lo tenía muy en claro, pero odiaba la idea de seguir con un sufrimiento que solo podría empeorar.

-Probablemente sea tu último ataque, ¿lo entiendes?- Palabras entrecortadas solo podían ser expresadas por el muchacho, sin siquiera dedicarle una mirada al mismo. A duras penas, Gengar asintió pesadamente, o así lo imaginó Yuto tras recibir una risa burlona por parte del mismo. –No te contengas. ¡Pulso Umbrío!- La orden haría eco en el nuevo campo de batalla que ahora ocupaban. El bromista, con mayor seriedad que la usual, seguiría a la perfección la orden dada por su entrenador; levantaría ambos brazos, envueltos en un aura oscura, y las uniría delante de si, formando una gran esfera de energía oscura. A diferencia de la Bola Sombra, que adquiriría un contorno definido, éste ataque sería completamente irregular, terminando finalmente en un haz de energía de oscuros colores, en dirección directa sobre el Can de fuego.

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'Combate' :

Tal y como la lógica del combate dictó debido a lo ocurrido en aquel combate en específico, Gengar no pudo hacer más que recibir aquellas fieras llamas disparadas con rabia y vigor por parte de la evolución de Growlithe, incrementando los ya importantes daños que el fantasma acarreaba por su acción kamikaze de hace tan sólo unos segundos. El fuego fue tan intenso que la temperatura del área completa subió unos cuantos grados, extrañándose el castaño por aquel efecto suponiendo que estaban en un lugar muchísimo más amplio como para que el calor se acumulara de tal forma.

Unos segundos después, el bosque volvería a verse cambiando bruscamente la escenografía y sobresaltando a Taichi en consecuencia, quien en los instantes siguientes sintió metafóricamente cómo recibía un profundo golpe a su razonamiento, incluso retrocediendo un par de pasos mirando a su alrededor. – Espera…si de nuevo apareció el bosque…eso significa que… - Pero antes de exteriorizar su conclusión, un suceso aún más tétrico la confirmaría. De la sombra de su oponente se desprendería una figura, en una acción fuera de toda “normalidad”, si es que podía llamársele normal a algo relacionado con fantasmas. Tenía quemaduras, se veía en muy mal estado, pero sonreía de una forma que le recordaba fuertemente al joven que estaba enfrentando, lo cual incrementó su confusión. De nuevo, otro golpe psicológico y una teoría descabellada que sólo graficó con un - ¡¡Yuto!! – cargado de preocupación y desconcierto a pesar de que lo más recomendable era que se fijase en su Pokémon, quien terminó siendo impactado por el Pulso Umbrío gracias a la cercanía entre ambos combatientes. El perro de fuego derraparía un par de metros hasta casi llegar a la ubicación de su entrenador y sacudió su cabeza para espabilarse, volviendo a mirar al frente dispuesto a seguir luchando.

El retador permanecería en silencio unos instantes, preocupando incluso a su cuadrúpedo compañero quien giró la cabeza para poder mirarle, gimoteando al ver que no se movía tampoco. Taichi creía saber en su corazón qué estaba pasando, pero aparentemente estaba a un ataque de averiguarlo. Tenía que derrotar a ese Gengar y todo terminaría por aclararse por fin, porque el desafío al que había entrado con Spiritomb hace ya un largo rato y que parecía haber finalizado con la derrota de su símil oscuro…no había terminado en realidad.

- ¡Rueda de Fuego, Arcanine! – ordenó de repente, mirando hacia el frente con una extraña sensación en su pecho que no supo describir en el momento. Apuntó hacia el objetivo a vencer y allí se dirigiría su Pokémon envuelto en las mismas llamas que ya habían herido gravemente al fantasma, buscando rematarlo y coronar aquel desafío bizarro, quizás el más loco de toda su historia como Entrenador.

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'Combate' :

El fulgor de la batalla podía ser palpable sin siquiera intentarlo, y no era solo por acción de las llamas que –inútilmente- intentaban  mantenerse en el campo de batalla. Aquel acelerado palpitar en su pecho le indicaba a Yuto, en base a gritos y golpes, la complicada posición en la que estaba, y aquel inevitable final que se aproximaba con cada movimiento empleado. Para muchos, aquella sensación traería aparejado dudas, miedos, conflictos internos que darían como resultado la simple parálisis bajo la presión. No era el caso del masculino, cuya sonrisa daba indicios del estado eufórico en el que se encontraba, aunque la derrota se encontraba a solo unos centímetros de distancia. El destello de sus ojos, por efecto reflejo de las ascuas que se consumían a ambos lados, era amarillento, casi anaranjado. Parecía poseído por aquella sensación que no podría responder a otra cosa que no fuera “vida”; Yuto se encontraba vivo, y podía afirmarlo con todas las letras.

Las llamas volverían a impactar contra Gengar, envolviendo su cuerpo en un torrente carmesí y dorado que, cual tornado, se elevó hacía las alturas y se deshizo en diminutos destellos. El agredido allí se mantuvo, de pie, con una gran sonrisa de lado a lado, mas estático, como si estuviera anclado al lugar donde había recibido el ataque anterior. Sus ojos carmín, similares en intensidad al de dos bellos rubíes, se encontraban completamente vacíos, carente de vida alguna, fijos en alguno punto vacío del suelo. Poco duró allí, puesto que su descenso inició con un sutil tambaleo de lado a lado, como si de un trompo se tratara, para finalmente decidirse a caer de cara al suelo. Lento fue el mismo, como si todo se hubiera predispuesto para darle más intensidad al final: Una gran sonrisa, una caída en cámara lenta, y un humo blanquecino que comenzó a escapar de la espalda del mismo, consumiendo toda su figura, carcomiéndolo para no dejar nada sobre la tierra, lugar donde nunca llegó.

Varios hoyos oscuros se hicieron presentes a lo largo y ancho del campo de batalla, diminutos agujeros negros que adquirieron masa y forma a una velocidad alarmante, adornado el lugar con varios Gengar muy particulares; de piel completamente negra y orbes teñidos de un intenso dorado. No esperarían orden alguna para abalanzarse sobre tan magnífico y enorme can de fuego, saltando sobre este y golpeando con sus diminutas extremidades superiores. Lamentablemente, por cada golpe que éstos empleaban, se desvanecían en el lugar, dejando una estela negra, como si se tratara de un manto transparente que se consumiría en el mismo aire. Sin embargo, para cuando esto ocurría, un nuevo Gengar tomaría forma en las cercanías, dispuesto a retomar lo que su compatriota había dejado sin terminar.

Este humilde truco era uno más del repertorio del líder del gimnasio, empleado como “As bajo la manga”. Pequeñas ilusiones que servirían para desviar la atención del oponente como medio necesario para preparar el acto final en un combate sumamente entretenido. –Ya no quedan más trucos, ¿Estás seguro de poder hacerlo?- El cuerpo de ambos, humano y Pokémon, presentaba muchos rasguños y manchas, como si se hubieran estado revolcando sobre la tierra. Agitados, sumamente agotados, aunque también alegres y determinados. La derrota se encontraba justo detrás de ellos, envolviéndolos en un gélido abrazo e indicándoles que no valía la pena seguir intentando avanzar. Claro estaba el hecho de que no podrían salir con la sonrisa de la victoria estampada en sus rostros, pero ya nada importaba más que dejar una marca en el recuerdo de aquel retador de espíritu gentil y valeroso corazón.

Ya no valía la pena mediar palabra alguna, eso era entendido por el contexto en el que se encontraban. Sus miradas se cruzarían por –quizá- una última vez, asintiendo a los sentimientos del ajeno. Tras ésta silenciosa comunicación, el fantasma abriría aquella gran bocota, dejando salir un Hiperrayo de oscura gama de colores, existiendo las últimas llamas que adornaban el bosque con su mera presencia.

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'Combate' :

El único atisbo de lógica al que se aferraba en ese entonces el castaño era el de la batalla misma, la cual “afortunadamente” se estaba desarrollando con cierta normalidad en su esencia. Ni el contexto, ni los entrenadores, ni la situación en sí parecían catalogables como algo común, y sólo el fervor del combate mantenía al castaño dentro de un índice de cordura más que respetable. Suponía que si hubiera enfrentado a aquel líder en una etapa de su vida más inmadura el resultado sería el opuesto, colapsando fácilmente por una impulsividad aún más indomable que la era parte de él en la actualidad. Pero estaba allí, con diecisiete años, ad portas de su segunda victoria de gimnasio, y eso era lo importante. El pasado pasado era, y el futuro aguardaba en el siguiente segundo de su vida.

Arcanine no tendría problemas para impactar la Rueda Fuego contra un Gengar visiblemente disminuido, mas el cansancio de éste no influyó en su ingenio en lo absoluto, desapareciendo ante la vista de la pareja retadora regresándoles a una vieja amiga: la incertidumbre. Ambos miraban con atención el campo de batalla procurando el humano cuidar la espalda de su compañero cuadrúpedo, pero ninguno de los dos tenía la habilidad ni la destreza de anticipar lo que estaba por venir: agujeros desde el piso, clones de Gengar en negro y dorado que se dirigieron contra el cánido sin causar demasiado daño, pero sí alterando su tranquilidad y distribuyendo su sentido de alerta a uno cercano a la desesperación. Taichi notaría eso, y de inmediato actuaría ante esa necesidad. –Tranquilízate, Arcanine. De seguro es un truco. Jamás había visto a un Gengar moverse así. – Le dijo tratando de darle seguridad hablando con hechos pasados más reales el campo de batalla en el que estaban. La concentración regresó, pero ni eso evitaría lo que ocurrió después.

Un Hiperrayo sería el ataque – descomunal – escogido por la pareja fantasmal, y el tipo fuego reaccionaría instintivamente con un Lanzallamas para alterar un tanto la trayectoria y el daño que iba directo a la humanidad perruna, provocándose una explosión que disminuyó con creces lo que a todas luces se veía como un knockout. El peliparado se cubriría del polvo con la mano en visera mientras sus ropas eran gobernadas violentamente por el viento provocado por el choque de los ataques. - ¡Arcanine! – gritó intentando conseguir una respuesta, pero sólo la presenciaría visualmente al ver a su Pokémon apenas de pie, jadeando ostensiblemente y con bastantes marcas de heridas por su piel. De verdad ese Hiperrayo había sido monstruoso, con el poder que sólo un Líder de Gimnasio podía liberar.

- ¡Arcanine! ¡No te rindas! ¡Podemos hacerlo! ¡Usa Sofoco con toda la fuerza que te queda! – A esas alturas Taichi no podía negar que estaba pensando en Charizard como su última opción, pero no por eso Arcanine se iba a quedar atrás en su desempeño intentando asegurar la victoria antes de que el Pokémon más poderoso del retador entrara a escena. Desafiando su dolor y su agotamiento una corriente de fuego de colores casi dorados sería disparada en grandes cantidades en dirección al fantasma, prácticamente con la potencia de una Hidrobomba que buscaba, ahora sí, acabar con su oponente. Era eso o él mismo caería luego de una gran ventaja.

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'Combate' :

Las tinieblas se hacían a un lado, junto a la neblina que osaba rondar por los árboles. La luna se iba alejando en lo alto del cielo, viéndose opacada, junto a las diminutas estrellas que adornaban el eterno azabache, permitiendo el paso de los primeros rayos de luz provenientes de la estrella media que se cernía en el centro de aquel sistema solar. Era como si la propia naturaleza buscara crear un nuevo ambiente para cerrar con broche de oro aquel encuentro tan candente, y vaya que lo estaba logrando: Todos los presentes en aquel campo de batalla se vieron iluminados, pudiéndose verse realmente como ser mortales, completamente sucios y notoriamente cansados, exhaustos por todo lo que había ocurrido en ese tiempo empleado para combatir.

Gengar se encontraba paralizado, con sus diminutas patas ensartadas en la tierra debajo de sí mismo, con la misma pose estoica que su compañero humano, el líder de gimnasio con la ridícula capa oscura ondeando por accionar del viento. La expresión en los rostros de ambos era serena, completamente relajada en consideración de lo que estaba por ocurrir, el golpe de gracia que se aproximaba. La sonrisa en sus rostros era genuina y enorme, como si estuvieran a la espera de aquello que resultaba ser tan inevitable como cierto, la derrota que se cernía sobre ellos terminaba por cubrirles con su manto de vergüenza y enojo, mas ambas existencias habían hecho las paces con tal hecho, recibiéndolo genuinamente con los brazos abiertos. Por eso mismo, cuando aquel Sofoco final fue disparado con suma potencia, solo pudieron recibir el ataque de lleno con una gran sonrisa en su rostro, tiñendo de carmesí los orbes de ambos.

La explosión fue enorme, dejando detrás de sí una capa de polvo que desaparecía con el paso de los segundos, revelando la figura de humano y Pokémon intactos, aunque éste último sumamente dañado. No era necesario aclarar que había sido derrotado, mas era necesario reconocer la sonrisa que mantuvo incluso estando inconsciente y la tenacidad empleada para mantenerse de pie, aun con todo el dolor que debió haber soportado. –Bien hecho Gengar. Te mereces todo un descanso.- Tras suspirar pesadamente luego de lo que serían segundos de silencio, percibidos como eternas horas, Yuto le dedicaría unas palabras a su compañero fantasma, regresándolo al artefacto esférico correspondiente, brindándole aquello que realmente se había ganado con todo el derecho del mundo. –Gracias por todo tu esfuerzo, amigo mío. Ellos realmente se lo merecen.- Con cierta ternura, acercaría el objeto a sus labios, depositando un corto beso sobre la parte rojiza, para luego proceder a colocarla sobre su cintura, junto al resto.

-¿Sabes? Eres el primero que demuestra un alma tan candente, incluso has hecho que la mía tiemble de la emoción.- A duras penas lograría emprender la marcha en dirección al joven de cabellos castaños rebeldes, con una gran sonrisa en su rostro. Aquel brillo adquirido tras recibir el ataque final aún se mantenía ferviente en sus orbes, dándole un destello muy particular e interesante. –Valiente, inteligente, honesto y compañero. Tienes todo lo que podría desear de un retador, cómo también de un futuro campeón.- Finalmente alcanzó a los retadores, ejerciendo una leve reverencia ante ambos, en señal de respeto y de reconocimiento. Luego, cuando éste recuperara su postura erguida original, lo haría con su brazo derecho extendido y con la palma de su mano abierta, dejando ver aquel reconocimiento que sólo él podría brindar, la medalla del gimnasio. –Esta es la Medalla Espíritu, reconocida oficialmente para tu acceso a la Liga Pokémon. Muchas felicidades.- Con palabras honestas, tomaría gentilmente de la diestra ajena, para colocar tan diminuto objeto en su mano, finalizando tal contacto en su amigable apretón de manos.

El cansancio se hizo presente, sintiendo como si todo su cuerpo fuese mucho más pesado de lo usual: Sus músculos dolían, e incluso la jaqueca comenzaba a hacerse un lugar en su persona. -¿Sabes? Creo que dormiré una buena temporada.- Entre risas, su vista pasaría de Taichi a la cabaña, que parecía ser más cómoda que en el pasado. –Si quieres, puedes quedarte a descansar, hay muchos cuartos libres y los Pokémon están descansando a ésta hora.- El ofrecimiento sería de pura cortesía, mas su cuerpo realmente le pedía un largo descanso. Tras lo dicho, volvería a inclinarse levemente, para luego retirarse a dormir.

Spoiler:

El estruendo que provocó aquel ataque resultó devastador en muchos niveles, haciendo que una vez más Taichi fortaleciera su postura para no verse arrastrado por la onda expansiva, ignorando por culpa del polvo levantado y el calor el hecho de que la escenografía del combate cambiase otra vez. Lo notó cuando parte del cielo se dejó ver, revelando un sol esplendoroso que contrastaba inmensamente con la oscuridad con la que había interactuado desde que prácticamente había hecho ingreso al gimnasio. Sabía que aquello tenía un significado especial, pero reflexionaría sobre eso después. Su inmediata atención estaba en saber si el Gengar oponente había caído y si Arcanine estaba bien luego de tamaña ejecución, una digna de un Pokémon criado por dragones.

De manera más que afortunada para sus intenciones, el fantasma de Kanto había recibido aquel ataque en su totalidad, reparando el retador en el detalle de que lo había hecho sonriendo, igual que Yuto. ¿Se habían dejado ganar? No, no era eso. Aún con las goggles a modo de lentes, sentía que había algo más. Era como si hubieran disfrutado de aquella batalla sin importar el resultado. Prefirió darle esa conclusión y con eso su sonrisa se amplió aún más de cómo había surgido espontáneamente al confirmarse que con eso habían ganado. - ¡¡Sí!! ¡Ganamos! – exclamó y salió corriendo a por su Pokémon, quien se había recostado en el piso al borde del agotamiento debido a los efectos adversos del Sofoco, pero sabía que con mucha comida y un buen descanso se recuperaría. Arcanine le recibiría con unas cuantas caricias de su gran cabeza y una lamida incluso le levantaría los lentes a su entrenador, devolviéndolos a su ya revuelto cabello. – Estuviste fantástico, tú y Spiritomb lo hicieron increíble, de verdad que no tengo palabras-- - y cuando seguía intentando felicitar a sus Pokémon la tercera Pokéball se abrió, revelando a su Charizard con un gracioso puchero en el rostro, cruzado de brazos y sentado en el piso en la viva imagen de la infantil frustración por no haber luchado, además de los celos por los que eran constantemente mimados por su entrenador. - ¡Charizard! No pongas esa cara…- le dijo girándose hacia él, tratando de no reírse aunque su tono de voz no ayudase mucho a ocultar la divertida percepción que tenía. – Ya podrás luchar en la siguiente. – Le acarició la cabeza tratando de consolarlo, pero el lagarto se comportaría de manera bastante lejana a su contextura física y patalearía unos segundos provocando las carcajadas del castaño, dejando de hacerlo cuando todos vieron que el derrotado líder se acercaba.

Con orgullo escucharía los halagos de Yuto al aproximarse, aunque luego esa sensación se transformase en vergüenza obligándole a rascarse la nuca producto del nerviosismo que le producía. – N-no es para tanto…- diría en voz baja ante lo que mencionaba su interlocutor respecto a su potencial como Campeón, aunque en el fondo no podía negar que eso alimentaba su bien controlado ego. – Muchísimas gracias, Yuto. Hoy no me voy solamente con una medalla, sino que con una experiencia que sin duda me va a servir para el resto de mi vida. – Le diría con una serenidad impactante, correspondiendo la reverencia con una suya propia. Sólo al incorporarse vería la medalla que ahora se hacía legítimamente suya, siempre emocionándose por ese momento aunque ya tuviera estuches completos de medallas de otras regiones a su haber. – Gracias…- respondió cogiendo el pequeño pero importantísimo objeto y estrecharía la mano de su antes camarada antes que oponente, porque esa era la esencia de las Batallas Pokémon. – Pediré una pieza, si no es molestia. También necesito dormir bastante luego de esto. – Comentó riéndose, siguiendo al Líder de Gimnasio hasta que le enseñara el lugar disponible para descansar y sus caminos se separasen de nuevo, con la diferencia de haber forjado un lazo entre los dos.